El hipopótamo, al que se dedica este post, a diferencia de lo que haría habitualmente, atacando a animal de cualquier otra especie que se acerca al río donde él se baña en su territorio, pone aquí un empeño heróico en salvar a dos crías, una de antílope y otra de cebra. Por alguna razón, eligió a esos animales, entre los más indefensos, para acercar su morro al cuello de los animales y ayudarles a salir a flote.
Este ejemplo de cooperación espontánea entre especies diferentes no es nada raro en la naturaleza. Este caso me emociona especialmente porque el animal consigue salvar a dos pequeñas crías.
Es un ejemplo maravilloso de las perlas preciosas que esta Tierra lleva en su seno y que nosotros, los seres humanos, aun conservamos también.
Ese es el espíritu que nos salvará.
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