martes, 27 de julio de 2010

la economia participativa - PARECON



Michael Albert - Economía Participativa

Michael Albert (nacido el 8 de abril de 1947) activista, economista e intelectual estadounidense que desarrollo la propuesta de economía participativa o en ingles PARECON junto a Robin Hahnel.
La propuesta de economía participativa rechaza los mercados y la planificación central, la division clasista del trabajo, y las jerarquías en la economía.

Plantea no sólo una profunda crítica al modelo capitalista sino también una salida, a través de la autogestión, que posibilite una gestión económica que, rechazando los mercados, no caiga en los pasados errores de las economías fuertemente centralizadas.



Michael Albert:

"La economía participativa es una nueva visión económica propuesta para sustituir el capitalismo. Sus valores principales son la solidaridad, la diversidad, la equidad y la autogestión.

- Solidaridad significa que la economía debería hacer que la gente se preocupe por el bienestar de los demás en vez de intentar pisotearlos.

- Diversidad significa que la economía debería brindar múltiples opciones en vez de ofrecer soluciones únicas.

- Equidad significa que la economía debería dar a la gente un salario en proporción al esfuerzo y al sacrificio que realiza en un trabajo socialmente útil en vez de depender de los bienes que se posea, el poder en la negociación o la productividad.

- Autogestión significa que los trabajadores y los consumidores deberían tener influencia en las decisiones acerca de la producción, la asignación de recursos y el consumo con un nivel de influencia proporcional al impacto relativo de estas decisiones sobre sus vidas, en lugar de que algunos posean la capacidad de tomar decisiones y otros simplemente reciban las órdenes.

Las principales instituciones de la economía participativa para conseguir estos objetivos son los consejos participativos de trabajadores y consumidores, basados en métodos de toma de decisión que otorgan influencia de modo proporcional al grado en que uno se ve afectado por tales decisiones, una división del trabajo que asegure igualdad a todos los trabajadores, remuneración proporcional a la intensidad y duración del trabajo socialmente útil y la asignación de recursos a través de una negociación conjunta más que mediante órdenes centralizadas autoritarias o una competencia feroz.

Los consejos de trabajadores y consumidores no son nada nuevo. Se trata simplemente del vehículo para desarrollar y manifestar las preferencias, ya sea a través de equipos de trabajo pertenecientes a una división, a un lugar de trabajo, una industria, un hogar, vecindario, región o país.

Los métodos de toma de decisión son conocidos también:

Una persona, un voto, con gobierno de la mayoría, o de las tres cuartas partes, y variantes de este sistema de votación que también incluyen mecanismos para divulgar y compartir la información relativa a las decisiones, el debate, los retrasos y los cierres, etc., pero todo esto elegido caso por caso para distribuir la influencia de manera proporcional al grado en que las personas se ven afectadas por las decisiones.

La división de trabajo de una economía participativa es un poco más original:

Las tareas se distribuyen de modo que cada sujeto tenga un "complejo de trabajo" comparable al de todos los demás en relación con la calidad de vida o el grado de poder. Nadie tiene sólo un trabajo aburrido y repetitivo, ni tampoco sólo un trabajo que genere confianza, desarrolle una habilidad o permita el acceso al poder.

En vez de eso, cada uno tiene una serie de tareas, por supuesto adecuadas según la capacidad e inclinación, cuyo poder de influencia total es igual al de todos los demás. Una economía participativa tiene aún tareas administrativas, de dirección, de planificación, etc., pero no tiene personas que sean SÓLO administrativos, directores o planificadores.

Del mismo modo, una economía participativa tiene tareas de ensamblaje, de limpieza, servicios, excavación y transporte, etc., pero no tiene personas que sólo sean ensambladores, limpiadores, o transportistas.

La mayoría de las personas de izquierda comprenden por qué la remuneración no debe incluir réditos de capital, pero la economía participativa también rechaza la remuneración sobre la base de la productividad.

En vez de eso, se remunera a la gente por su esfuerzo y sacrificio, lo que es diferente de la productividad, dado que las personas difieren en sus habilidades, usan diferentes herramientas, etc.

Ya que los trabajos están equilibrados, en una economía participativa si tú trabajas por más tiempo que yo, en una actividad similar, probablemente obtendrás un mejor salario.

Si trabajas más o menos duro, obtendrás proporcionalmente un salario mayor o menor. Si tienes un trabajo muy duro o uno más placentero, obtendrías proporcionalmente un mayor o menor salario.

Y finalmente, como último elemento institucional destacado, la ASIGNACION de RECURSOS en una economía participativa ya no se realiza por medio de mercados competitivos, que distorsionan el comportamiento, alteran profundamente los precios, generan una plusvalía y una distribución de ingreso y remuneración injustas, distorsionan la inversión para servir a la acumulación de beneficios en vez de satisfacer las necesidades humanas y ocasionan daños irreparables a la ecología, entre otros defectos.

Tampoco mediante la planificación centralizada que es autoritaria y contraria a la autogestión, entre otros defectos. En vez de eso, la asignación de recursos en la economía participativa se realiza mediante la planificación participativa. Los consejos de trabajadores y consumidores plantean sus compromisos, y forman parte de un proceso negociado para fijar las inversiones y la productividad ejercitando apropiadamente la toma de decisiones para satisfacer las preferencias expresadas y desarrolladas libremente.

Mi nuevo libro, "Economía Participativa. La vida después del capitalismo", aboga en primer lugar por los valores mencionados. Después evalúa críticamente, a la luz de estos valores, el actual mercado capitalista y el mercado y las instituciones de la planificación centralizada socialista. Entonces presenta de una manera más completa y, espero, más convincente, las nuevas instituciones de una economía participativa y también examina sus propiedades individuales y colectivas. Finalmente, da respuesta a algunos interrogantes que los lectores puedan llegar a tener sobre la economía participativa.

JP: En muchos casos, los movimientos actuales no ven la opresión de clases y el capitalismo como las únicas, o incluso las principales formas de opresión. En cambio, se oponen al sexismo, al heterosexismo, al racismo y a todas las formas de jerarquía. La economía participativa habla muy poco de todos estos temas. ¿ Por qué?

MA: Desde luego, la política, las relaciones interpersonales, la cultura y otras facetas de la vida también son importantes, no sólo lo económico. Pero supón que estás describiendo nuevas instituciones políticas (digamos un nuevo tipo de legislatura o sistema judicial), o nuevas formas de socialización o instituciones domésticas (quizás nuevas formas de crianza de los hijos), o nuevas formas culturales (digamos formas de relacionarse entre comunidades). Deberías concentrarte en la lógica intrínseca del área que analizas, pero no en todas las demás áreas al mismo tiempo. Te explayarías sobre las familias y la crianza de los hijos, etc., pero no demasiado sobre los precios o el intercambio de recursos. Pero que hables principalmente sobre la crianza de los hijos, sobre rituales religiosos e identidad comunitaria o el sistema judicial no significa que creas que los precios o el lugar de trabajo no sean importantes, por supuesto, y en el mismo sentido, que yo me concentre en la economía cuando estoy intentando presentar una visión económica no implica que yo crea que la raza o el género u otros factores no sean importantes, especialmente cuando mi libro y mis escritos indican lo contrario.

Una visión económica debería respetar las normas que surgen de las luchas por los derechos asociadas al género, el sexo, la raza u otras relaciones. Yo pienso que la economía participativa es capaz de hacerlo, y el libro lo trata. Por eso, si bien estoy de acuerdo en que es muy importante luchar contra la tendencia a exagerar la importancia de la economía y que hay que prestar atención a otros factores, incluyendo tanto enfoques conceptuales y organizativos así como todas las facetas del activismo, creo que incluso centrándonos en todas las áreas, a veces tiene sentido tratar más profundamente una parte de la sociedad y prestar menos atención a otras. Hablar explícitamente sobre la visión económica me parece uno de esos casos, tanto como hablar explícitamente de una visión política, cultural o familiar supone destacar una parte de toda la sociedad.

JP: ¿Pero qué dice la economía participativa acerca de las labores domésticas, por ejemplo, o sobre las tareas definidas por el género que las mujeres realizan en el trabajo? ¿Qué dice sobre el aborto?

MA: La economía participativa no dice casi nada acerca del aborto. O sobre criar hijos, o sobre hacer el amor, o sobre un millón de otras cosas. Y lo poco que dice sobre fenómenos extraeconómicos es muy general.

De modo que si hubiera una sociedad construida sobre la economía participativa, todos los aspectos de esa sociedad tendrían que ser compatibles al menos con lo que la economía participativa pide de la gente. Esto es lo que un buen sistema de gobierno debería decir sobre los aspectos que escapan a la política, o lo que una buena esfera cultural debería decir sobre aquello que escapa a lo cultural. Esto es, si uno propone una visión para una parte de la sociedad -tal y como lo hago para la economía- entonces se supone que el resto de la sociedad debería ser compatible. El libro es explícito al respecto.

Si consideramos que cuidar niños o lavar platos es un trabajo doméstico y vivimos en una economía participativa, entonces cuidar niños o lavar platos se convierten en parte del proceso de los complejos de trabajo equilibrados, y se remuneran y acuerdan según el modo de la economía participativa, como cualquier cosa más en la economía. En ese caso, la economía participativa diría sobre cuidar niños exactamente el mismo tipo de cosas que diría sobre producir bicicletas o realizar una cirugía o extraer carbón. Es así en los complejos de trabajo equilibrado. Debe organizarse según el proceso de planificación social, tal como la producción. Se debe remunerar de acuerdo con el esfuerzo y el sacrificio. Algunas personas -como los integrantes de los movimientos por un salario para el trabajo doméstico que han existido en varias épocas- favorecen este modo de entender la labor doméstica, incluyendo la crianza de los niños. Y si una sociedad desea entender estas actividades de esa manera, una economía participativa no debería tener problemas para acomodarse a esa visión.

Pero supón que en cambio decimos, como algunas personas incluyéndome preferirían, que la crianza de los hijos y las tareas domésticas no son trabajo en el mismo sentido en que lo es fabricar bicicletas, la cirugía, o la minería. Supón que decidimos que hay algo más sutil y profundo implicado, primero porque el principal beneficiario de la actividad es el que la realiza en vez de consumidores distantes, y segundo porque hay algo profundamente diferente entre las bicicletas como producto y los niños, o incluso una sala de estar limpia y bien acondicionada en tanto producto. En ese caso, la economía participativa no diría mucho sobre esas actividades; sólo que las personas con una familia por lo general también trabajarán y consumirán en la economía, y por lo tanto necesitarán poder hacerlo. ¿Esto supone que no hay nada que decir sobre estas actividades, la necesaria equidad en ellas, etc.? Por supuesto que no. En lugar de eso, simplemente supone que lo que se necesita decir sobre la crianza de los niños y el cuidado de una casa está más cerca de los intereses de una visión centrada en la familia que de una visión económica. El que la economía esté decidiendo los atributos de la crianza de los niños y de la vida doméstica sobre la base de ideas acerca de cómo se deben hacer las bicicletas, me parece fuera de lugar.

Por otro lado, creo que es apropiado afirmar que la familia y la socialización deben ser compatibles con una economía participativa y es análogo a lo que la economía participativa dice sobre el sistema escolar y otras áreas. No es razonable que una sociedad que tiene una economía participativa tenga un sistema escolar que produzca graduados que no sean capaces o no deseen participar de la toma de decisiones en los complejos de trabajo equilibrados, ni tampoco producir graduados que esperen dominar a otros o ser dominados por otros en una jerarquía de clases, ya que en una economía participativa no hay lugar para este tipo de relaciones.

De modo similar, en una economía participativa la vida familiar no puede producir personas que esperen que haya relaciones de jerarquía entre hombres y mujeres en relación con los resultados económicos o los beneficios de la actividad comercial, ya que la economía participativa no permite este tipo de desigualdad y de jerarquías. En una economía participativa ni los lugares de trabajo ni el consumo pueden reducir la influencia de las mujeres en relación con los hombres, o reducir el salario relativo con respecto a los hombres, ya que tales jerarquías sistemáticas de poder, ingresos o condiciones no pueden existir en una economía participativa, y punto.

¿Pero no serían objeto de maltrato las mujeres si fueran iguales en la economía pero tienen que hacerlo todo, o casi todo, en la familia y en la vida social? Sí, por supuesto que podría suceder, pero imagino que una transformación en las relaciones familiares excluiría este remanente de retraso.

Así que creo que la respuesta es que la economía participativa es muy acorde con la eliminación de las jerarquías sexuales o de género y también con las innovaciones feministas en general, pero tampoco sobrepasa sus límites para decir más de lo que debería sobre otras facetas de la vida, como si la economía fuese el lugar para definir y decidir positivamente estas relaciones en su totalidad.

JP: ¿Qué pasa con la cultura? ¿Qué pasa si hay racismo en el trabajo? La economía participativa no parece hablar de esto. ¿Niega su importancia? ¿Y qué dice la economía participativa sobre la religión, el desarrollo cultural de las comunidades alrededor de una ciudadanía nacional, o sobre factores étnicos?

MA: Si tenemos una economía participativa en una sociedad que posee estructuras culturales racistas, éstas harían que una comunidad -digamos los blancos en EEUU- esperara tener el dominio y mayores ingresos, y que otra comunidad o comunidades -digamos los negros y los latinos en EEUU- tuvieran ingresos y condiciones subordinadas. Pero la economía participativa no daría satisfacción a esperanzas originadas en una cultura racista. Esto infringiría la economía participativa.

Digamos que en una economía participativa podría haber actitudes racistas hacia trabajadores negros. Pero el racismo no conduciría sistemáticamente a mejores salarios, mejores trabajos, o más poder. Nadie puede tener tales ventajas en una economía participativa por ninguna razón, porque todo el mundo en una economía participativa tiene un complejo de trabajo equilibrado, se le remunera justamente por el esfuerzo, y tiene una capacidad de decisión proporcional en las decisiones de producción, consumo y asignación de recursos.

En otras palabras, en virtud de sus complejos de trabajo equilibrado, de su autogestión y de su remuneración equitativa, la economía participativa elimina las jerarquías raciales y todas las otras jerarquías de poder e ingresos de la vida económica. Simplemente no hay tales jerarquías porque las instituciones literalmente las impiden. Podrían todavía existir actitudes racistas, sí, e incluso personas que deseen infringir el sistema de la economía participativa. Por supuesto, el modelo debería tener medios para que las comunidades reprimidas o minoritarias puedan expresar y representar sus intereses. Y la economía participativa, según se describe en el libro, posee esta característica.

¿Qué dice la economía participativa sobre la religión? No dice casi nada. La religión no es esencialmente un fenómeno económico, como tampoco lo es la sexualidad.

Dice, sin embargo, que en una sociedad donde existe una economía participativa, una religión que haga que sus adeptos esperen mejores condiciones económicas en comparación con las personas de otras religiones van a entrar en conflicto con la economía. Esto es como el ejemplo anterior del sistema escolar que tiene que ser acordado, o el ejemplo de tener un acuerdo sobre la vida doméstica. Y por supuesto lo contrario también es válido.

Supón que -como yo creo que debe ser- desarrollamos una visión poderosa, convincente y valiosa para las relaciones culturales, de género y otras en una buena sociedad. Entonces tendrá rasgos y atributos que celebramos y deseamos disfrutar, y esos atributos tendrán implicaciones mayores. La economía en una sociedad donde estas visiones estén en su lugar tendría que cumplir con varios requerimientos de las visiones. ¿Será una economía participativa capaz de hacer eso? Yo creo que sí, y el libro trata estos asuntos, aunque por supuesto uno no puede estar seguro hasta que estas u otras visiones se desarrollen.

En otras palabras, yo creo que cuando los movimientos feministas exponen una visión para las relaciones familiares y cuando movimientos en contra del racismo y otros movimientos culturales y relacionados con la comunidad exponen una visión para la cultura, y cuando movimientos anarquistas u otros que atienden a los asuntos de la actividad económica expresan una visión política, resultará que la economía participativa es consistente e incluso que apoya a cada una de estas visiones. Y creo que es el criterio correcto para juzgar una visión económica hacerlo frente a frente con las otras esferas de la vida social.

Así que para dejar esto absolutamente claro, si yo dije, aquí o en mi libro, aquí está la economía participativa, esta es una visión para la sociedad, implícitamente pretendería que lo único que importa es el aspecto económico, como si una visión económica tratara todo lo importante de todas las facetas de la vida. Pero yo no digo eso, ni tampoco el libro. En cambio, el libro y yo exigimos lo contrario, que necesitamos una visión para los otros aspectos de la vida, tanto como la necesitamos para la economía, que son igual de importantes y que una visión económica tiene que ser compatible con esas otras visiones, lo que también es válido para las demás. Esto no exagera el lugar de la economía ni denigra otras áreas.

Finalmente, con respecto a la visión cultural, hay esfuerzos para elaborar una visión cultural compatible con la economía participativa y su espíritu de liberación, como por ejemplo tu ensayo, Life After Racism ("La vida después del racismo"), publicado en Znet.

JP: ¿Pero qué hay acerca del estado? ¿Qué ocurre si se producen robos, actos de violencia u otras infracciones? ¿Cómo decide la sociedad que ciertas actividades que en otro caso la economía realizaría no deberían hacerse, como por ejemplo la violación de los derechos de los animales?

MA: La economía participativa no ignora el estado del mismo modo en que no ignora la familia, la socialización, la enseñanza, las fiestas culturales o la religión, entre otras fuerzas dinámicas. La visión de la economía participativa y el libro dicen que necesitamos nuevas instituciones estatales que puedan legislar, fallar e implementar respetando los valores compartidos. Opino que tal estado habrá de ser compatible con la economía participativa, y ésta con él.

No existe la economía por sí sola. La economía participativa nunca se hará realidad sin una política que la acompañe, eso es seguro, o sin una cultura o un sistema de organización familiar, y así sucesivamente. Pero esto no significa que el pensar sobre la economía requiera o incluso nos lleve a sobrepasar los límites de la economía indicando qué carácter debe tener la política (o la organización familiar o la cultura). Esa no es la función de una visión económica.

¿Cómo se colocarían las limitaciones externas sobre la economía? Tu ejemplo es bueno. Un buen sistema de gobierno debe decidir que existen reglas que deben cumplirse en relación con ciertas especies, o quizás incluso sobre todos los animales. Entonces la economía tendría que acatar, al igual que tendría que obedecer si el sistema de gobierno establece que nadie puede poseer una pistola, por poner otro ejemplo.

Finalmente, es interesante que haya en desarrollo esfuerzos para intentar concebir un camino mediante el cual cumplir funciones políticas compatibles con la economía participativa. El ensayo de Stephen Shalom sobre política participativa en la sección Vida después del Capitalismo en Znet es un ejemplo.

JP: Con respecto a la propia economía, los consejos de trabajadores y consumidores, la remuneración por el esfuerzo y sacrificio, los complejos de trabajo equilibrados, la autogestión y la planificación participativa, ¿ no son simplemente "socialismo de base"? ¿Qué razón hay para inventar un nombre de fantasía para algo que todo marxista entiende? ¿Por qué te consideras el descubridor de algo ya inventado? ¿No has tomado simplemente el viejo marxismo y le has dado un nuevo envoltorio, cambiando el nombre para intentar engañar a la gente que no está familiarizado con él?

MA: Si con la palabra socialismo te refieres al control de la vida económica por parte de los trabajadores y los consumidores sin que la división de clases reduzca las opciones de las personas, entonces, sí, puedes decir con motivo que la economía participativa es esa clase de socialismo, mientras que las formas de socialismo previas no lo fueron en realidad. Yo solía hacer eso, hace años, pero era como soplar contra el viento, y quizás no sólo en vano sino contraproducente, porque creo que puede impedir el desarrollo real de una nueva visón, mucho más el comunicarla, como si decir que uno es socialista transmitiera ya una visión positiva.

Millones de personas han llamado socialismo a la combinación de la propiedad pública o estatal, los mercados o la planificación centralizados, la división del trabajo empresarial y la remuneración según energía o productividad. Todo texto marxista que presenta un modelo económico serio denominado socialismo tiene estas instituciones como eje. Todo partido marxista que haya obtenido una posición para establecer un sistema económico ha incorporado estas características a sus objetivos. Cada partido de éstos, cuando formó parte de la oposición, ha utilizado estructuras y expuesto un análisis anticapitalista, pero eso también concuerda con estas estructuras en vez de aquellas propuestas por la economía participativa.

¿Cuáles son entonces las opciones? ¿Llamar a la nueva visión económica economía participativa y aceptar que todo lo que se denominaba socialismo es socialismo y rechazarlo? ¿O llamar a esta nueva visión económica socialismo y negar que todo lo que se denominó en el pasado socialismo fue, en los hechos, socialismo, y contrario a las creencias de todos sus partidarios?

Pero la verdadera cuestión, para poder responder a tu pregunta, es que la economía participativa no es una meta marxista. Rechaza las instituciones que el marxismo ha apoyado constantemente y ofrece en su lugar unas instituciones bastante diferentes. Y lo que es más, rechaza el gobierno de la clase que monopoliza el poder en el trabajo, y esta prioridad de la economía participativa está completamente ausente del marxismo tal como ha existido en la historia.

De modo que la economía participativa tiene diferentes valores, instituciones, rasgos e implicaciones que las que se han denominado socialismo y que han sido expuestas por la mayoría de marxistas. Si no camina como un pato, no grazna como una pato, y no nada como un pato, ¿cuál es la razón para llamarle pato?

En cuanto a la originalidad, es bastante cierto que los consejos de trabajadores y consumidores han sido una parte de cada levantamiento importante en la historia moderna. La economía participativa es consistente con esa herencia, y no es original en ese sentido, sino parte de un proceso histórico. Pero el marxismo bolchevique ha destruido estas instituciones, y otras veces han sido disueltas internamente debido a la necesidad de estructuras efectivas y consistentes no atascadas en las opciones marxistas.

De modo similar, la propiedad pública o estatal es parte de la práctica e historia socialista y marxista y por supuesto es similar a la eliminación en la economía participativa de la propiedad privada en la producción. Esto es correcto.

Por otro lado, la práctica socialista y marxista se ha basado en la remuneración de acuerdo a la productividad o el trabajo, mientras que la economía participativa remunera según el esfuerzo y el sacrificio. Y la práctica socialista y marxista han incorporado la división del trabajo al estilo empresarial elevando a un veinte por ciento de la fuerza de trabajo para tomar las decisiones dominantes sobre el resto, mientras que la economía participativa incorpora los complejos de trabajo equilibrados y aleja esta forma de dominación de clase. Y la práctica socialista y marxista ha utilizado la planificación central de los mercados, mientras que la economía participativa rechaza estos modos de asignación de los recursos e incorpora en su lugar la planificación participativa.

De modo que el énfasis en los consejos se ha renovado un poco aunque sea antiguo. Desde luego, el esquema de remuneración ha aparecido varias veces en el pasado, pero nunca ha sido explorado tan completamente, y lo mismo sucede con la autogestión. El complejo de trabajo equilibrado y la planificación participativa son en gran parte originales, aunque son el resultado de prácticas y aspiraciones recurrentes a lo largo de la historia. Unirlas todas en un modelo económico completo y señalar sus propiedades es nuevo, al menos hasta donde yo sé.

JP: En todo el mundo hay verdaderos movimientos intentando, en condiciones muy difíciles, desarrollar alternativas al capitalismo. Pienso en las asambleas y las fábricas recuperadas en Argentina, los "planes de vida" en Cauca, Colombia, los avances logrados por gobiernos socialmente progresistas en lugares como Cuba, Venezuela, Kerala y Bengala Occidental. Están las empresas de Mondragón en el País Vasco en España. Hay una completa red de trabajo de empresas de "economía solidaria" por todo el mundo. Y la economía participativa, sin embargo, parece perderse en abstracciones. Hay muy pocas referencias a experiencias específicas. Es como si no se hiciese ningún esfuerzo por aprender de los desarrollos en el mismo campo. ¿Viene la teoría de la economía participativa de algún sitio? ¿Procede de la experiencia? ¿ Procede del estudio de algo específico? ¿O es simplemente la invención de un economista?

MA: En realidad, hay algunas referencias a casi todo lo que mencionas en el nuevo libro, pero tienes razón de que no son muchas. El libro no hace un estudio de todas esas experiencias, o siquiera de alguna de ellas. Pero eso no significa que flote en el espacio. La economía participativa surge de un examen de la historia de varias revoluciones y luchas, así como de las más recientes experiencias prácticas, y también del estudio del pensamiento económico. De hecho, mi experiencia personal a lo largo de una década con una institución de economía participativa en medio del capitalismo de mercado contribuyó a la visión también.

Pero a pesar de que, por lo tanto, podría desestimar la cuestión, estando de acuerdo con sus principios o simplemente diciendo que la economía participativa coincide con éstos, quiero responder algo diferente. Supón que alguien que naufraga en una isla -en vez de compañeros con diversas experiencias activistas que también hubiesen leído sobre las visiones de otra gente y sobre movimientos históricos y los hubiesen explorado y trabajado durante décadas, y así sucesivamente-, se ha sentado y contemplado, día tras día, todo en soledad, y produce una visión económica, a través de la imaginación, aunque esté completamente al margen del mundo real. No sabe nada ni ha tomado lecciones de los movimientos de la clase trabajadora, de las campañas de consumidores, del legado de la teoría económica, de la historia del capitalismo y de las economías poscapitalistas, de los escritos y estudios de otros, y así sucesivamente (a diferencia de lo que sucede con los autores de la visión de la economía participativa, Robin Hahnel y yo). Simplemente piensa. Quizás no es ni siquiera posible, pero supongamos que ocurrió.

¿Cuál sería nuestra reacción?

La mía sería que si oigo hablar de esto dudaría de su valor, pero leería la visión, y si me gustase, pues genial. Me sorprendería que fuese buena, pero ¿y qué? Si es una buena visión, me interesa, sin reparar de dónde proceda.

Por otro lado, supón que alguien se sumerja completamente en un estudio caso por caso de todos los tipos de proyectos, sistemas y experiencias históricas, y entonces crea una visión económica, un conjunto de propuestas de instituciones. Podría esperar que fuese muy bueno e interesante. Pero si la leyera y no es una buena visión, la descartaría.

Mi opinión es que cuando juzgamos una visión no importan la investigación, el estudio, o las actividades que la originaron, quién es el autor, y en qué lengua está escrita (aunque si se desea que sea compartida ampliamente, debe ser accesible). Lo que importa son las instituciones que se proponen y en particular sus propiedades, viabilidad o valor. Podemos dudar de una visión que no tenga mucho contacto con la historia y los sistemas económicos reales, escrita por alguien sin formación en economía o sin mucha experiencia personal relacionada, pero no sabríamos si es buena hasta que no se la pusiera a prueba.

De hecho, la economía participativa surge de la historia del pensamiento radical libertario, de la historia de la economía política radical, de la experiencia de las revoluciones y los movimientos anticapitalistas, de la nueva izquierda política y también de diversos experimentos económicos contemporáneos. Pero si la economía participativa hubiera surgido de un grupo de personas que se puso a charlar o fuera inventada como en un sueño, eso no importaría. La visión es la que es, y debe ser juzgada por las propiedades de las instituciones que propone.

Digo esto porque creo que, como sucede en este caso, las visiones políticas, culturales, sociales o familiares para los movimientos probablemente derivarán en su mayoría del estudio de las experiencias y experimentos pasados, de la familiaridad con la historia del pensamiento y de la experiencia. Pero si resulta que surgió vaya uno a saber de dónde, querría asegurarme de no desperdiciarla por haberla excluido a priori.

JP: ¿Cuáles son los beneficios de la economía participativa? ¿Qué tiene que ver con todas las cosas que tenemos que hacer ahora con urgencia? Describir paraísos futuristas detallados parece menos valioso que tener planes de acción para el presente. ¿Qué tipo de programas tiene la probabilidad de triunfar hoy? La sanidad, la vivienda, el salario digno, las indemnizaciones, calcular los costes económicos de estas campañas y evaluar su aspecto económico, a quién presionar y cómo lograr estos objetivos es mucho más importante que describir una sociedad utópica.

MA: Creo que hay dos razones principales por las que desarrollar una visión económica (y otras visiones también) está muy relacionado con el presente.

La primera tiene que ver con la motivación o la esperanza. Me da la impresión de que un gran obstáculo para muchas de las personas que están comprometidas con un movimiento es la creencia de que "no hay alternativa" a lo que soportamos ahora. Eso no quiere decir que esas personas crean que no haya una alternativa a bombardear Irak, o una alternativa a aprobar la Ley Patriótica (Patriot Act), o incluso que no exista una alternativa al FMI. Es más sutil. Sienten, a menudo intuitivamente, pero muy explícitamente otras veces, que no hay una alternativa a las instituciones de esta sociedad. Y también sienten, no sólo por lo que han dicho los movimientos durante décadas, que estas instituciones producen injusticias de todo tipo, desde la pobreza a la guerra, desde la humillación a la impotencia. De modo que sienten que se pueden lograr algunas reformas, pero a la vez que lo ganado se perderá por el peso de las presiones que deshacen los pasos positivos. Sienten que organizarse contra la pobreza y la guerra, y mucho más contra la desigualdad y la alienación, es como organizarse contra la gravedad o la vejez, piensan que son objetivos ingenuos.

Combatir la pobreza, en el mejor de los casos, puede lograr muy poco, y es probable que los logros se reviertan con el tiempo. Así que, ¿por qué participar? ¿Por qué emplear parte del poco tiempo libre que uno tiene para participar en un movimiento activista? ¿Por qué arriesgar la propia serenidad, tan difícil de conseguir, a fin de manifestarse, protestar u organizarse?

Así que la primera forma en que una visión se relaciona con la organización actual es ayudando a combatir la idea de que no hay alternativa al capitalismo y así contrarrestar la desesperanza.

El segundo modo en que una visión se relaciona con el presente es sirviendo de base para nuestra práctica. Sí, necesitamos luchar por la sanidad, los salarios dignos, por trabajar menos horas al día y a la semana, por mayor control en el trabajo, la redistribución de los beneficios, cambios presupuestarios, nuevos patrones de inversión y muchos otros cambios económicos, sin mencionar los cambios en otros facetas de la vida. Pero, ¿cómo debemos luchar? ¿Qué retórica y análisis usaremos? ¿Qué estructuras organizativas? La respuesta, creo, depende mucho no sólo de cuáles son nuestras opciones actualmente (desde luego tenemos que elegir entre lo que es posible ahora), ni sólo de a qué nos oponemos, por supuesto, sino también de a dónde queremos llegar en el futuro. Esto es, tenemos que elegir entre las opciones que son posibles ahora para combatir los males que rechazamos, pero también tenemos que elegir de acuerdo con nuestros objetivos y valores fundamentales, que nos ayudarán a alcanzarlos y no obstaculizarán el camino. Por eso, debemos conocer cuáles son nuestros objetivos y valores.

Creo que la economía participativa contribuye mucho y es pertinente hoy día. Contribuye a la esperanza. Pero también contribuye, por ejemplo, con una comprensión innovadora de las relaciones de clase, y de las implicaciones de las estructuras organizativas para la motivación de la gente dentro de nuestros movimientos. La economía participativa es, por ejemplo, profundamente anti-leninista, y eso está relacionado directamente con el presente. El conocimiento que proviene de tener una visión económica participativa, puede y debe enseñarnos cómo construir nuestras instituciones, qué tipo de estructuras laborales debemos incorporar en nuestros proyectos y organizaciones, qué tipo de procesos utilizaremos para la toma de decisiones, así como qué demandas hacemos y cómo hablamos acerca de ellas a fin de desarrollar una verdadera conciencia positiva sobre cómo hacer un cambio duradero. La economía participativa nos conduce a la creación y el empleo de complejos laborales equilibrados, a acentuar la autogestión, a conseguir una remuneración justa, a vincular las relaciones entre las clases coordinadora y trabajadora, tanto en nuestros movimientos como en relación con nuestras demandas sobre las instituciones existentes.

Pero ninguno de estos es un argumento para presentar lo que tu llamas "detallados paraísos futurísticos" o cualquier otra formulación "utópica". En cambio, es un motivo para hacer descripciones sensatas y comprensibles de nuestros objetivos al definir nuevas instituciones, además de prever las perspectivas a futuro de estos objetivos como sustento de las decisiones que tomamos en el presente.

JP: La economía participativa ofrece respuestas a los problemas que crean los mercados, la propiedad privada y la organización jerárquica del trabajo. Pero hay otros problemas en el capitalismo. ¿Qué pasa con la división global del poder y de la riqueza? ¿Qué pasa con la división entre países ricos y pobres, en la cual los ricos saquean a los pobres? ¿De la colonización en curso de las tierras indígenas en el continente americano? ¿De la explotación en curso del trabajo inmigrante y del control de inmigración en las fronteras? Las relaciones económicas capitalistas que la economía participativa rechaza están basadas en estas divisiones. Y la economía participativa no tiene todavía un análisis o respuestas para estos problemas: no habla de los estados-nación, de las fronteras, de la distribución global de la riqueza entre comunidades o naciones. Esto es el núcleo del capitalismo, y la "vida después del capitalismo". ¿Por qué son temas que la economía participativa no discute?

MA: Bueno, en realidad no creo que estos temas vayan al corazón del capitalismo en sí, tan solo reflejan el impacto del capitalismo sobre las relaciones internacionales. El capitalismo es un particular conjunto de instituciones económicas para el manejo de las funciones económicas en una sociedad. La economía participativa es un conjunto alternativo de instituciones para el manejo de las funciones económicas.

Si tienes sólo una economía participativa en el mundo, y muchos capitalismos, por supuesto que tendrás muchos problemas del tipo que indicas. El libro habla sobre qué hacer entonces, y eso no es muy diferente de lo que sucede ahora. Es de esperar que la gente de bien que vive en un país con una economía participativa, o en cualquier otro país, trabajará duro para reducir y evitar los males terribles que indicas. La sociedad con una economía participativa, por supuesto, no participará en la explotación de estos males sino que en vez de ello estará influenciada de acuerdo con las estimaciones de la economía participativa y en modos dirigidos a reducir la disparidad entre ricos y pobres.

Si en lugar de ello, sólo tienes economías participativas en el mundo, los males que mencionas desaparecerán por completo, aunque, sin duda, todavía necesites varias organizaciones internacionales... un tema que va más allá del modelo económico.

Principalmente, no hay nada en la economía participativa, creo yo, que conduzca a una sociedad a intentar explotar a otras. Y por supuesto, en el momento en que se incorporen normas de la economía participativa a la economía mundial, incluso la posibilidad de que tales disparidades existan desaparecería. Lo que la economía participativa por lo tanto dice sobre los males que describes es que los evitarías: el objetivo económico último es la solidaridad, la diversidad, la equidad y la autogestión a nivel local e internacional. Fuera de eso, uno lucha por acercarse a esas metas.

Sin embargo, el libro trata sobre sistemas económicos para países, y no sobre relaciones entre países, así que sólo se pronuncia sobre esto brevemente, no porque no sea importante. También es cierto que el libro no propone eliminar los estados-nación. Yo mismo dudo que tal fin sea muy importante, o incluso deseable, y no estoy seguro de que tenga un sentido realista, en todo caso. Creo que la eliminación de los estados- nación sería algo homogeneizador y reduciría la diversidad -vamos a tener una lengua, una cultura- a no ser que todo eso sólo pretenda, igual que hay condados dentro de un país, que haya naciones dentro del mundo, pero el mundo debería ser más unificado. Eso no es en ningún modo incompatible con la economía participativa, por supuesto, e incluso coincide bastante con sus objetivos.

JP: Está claro que si una "visión económica" no toma en cuenta que los recursos naturales son limitados, que el uso de los combustibles fósiles nos lleva al cambio climático, que la organización de la sociedad en torno a los automóviles es catastrófica, entonces está evitando uno de los problemas más urgentes que enfrenta la economía. La economía participativa se ocupa de los asuntos ecológicos de manera superficial, diciendo: "en la economía participativa, los precios representan el coste social y ecológico completo". ¿Es realmente tan automático? ¿No es posible que una economía participativa pueda usar todavía muchas tecnologías inapropiadas para el medio ambiente, o cargar con una infraestructura que nos conduzca a ese tipo de opciones? Tú rechazas las ideas de tipo "biorregionalista", de "ecología profunda" ( deep ecology) y de "producción a pequeña escala" como antiecológicas, pero pareces creer que una economía participativa cuida de la naturaleza automáticamente. ¿Es esto realmente así? MA: Los seres humanos viven en el contexto de un entorno natural, sobre el que influyen y que los influye. Nosotros, los ríos y la atmósfera estamos entrelazados, se trata de una entidad a nivel del medio ambiente, y lo mismo vale por supuesto para otras especies, que también son parte de este conjunto.

Una economía se ocupa de la producción, el consumo y la distribución sobre la base de los deseos humanos.

Para el capitalismo, esto significa que la economía se ocupa de los beneficios para los propietarios y el estatus de elite para los coordinadores. Estas dos clases dominan la toma de decisiones en el capitalismo y las instituciones económicas capitalistas hacen que éstos sean los principales motivos conductores de la economía.

Una economía participativa, en cambio, se ocupa de conocer las necesidades humanas y desarrollar su potencial en acuerdo con la solidaridad, la diversidad, la equidad y la autogestión. Todas las personas participan en las decisiones de forma proporcional y las instituciones económicas hacen de estas aspiraciones los motivos conductores de la economía.

Toda economía, capitalista, participativa, o de cualquier otro tipo, tiene un impacto sobre el medio ambiente porque afecta el contexto en el que todas las especies, los recursos, el mundo construido y nosotros mismo "habitamos". Esto incluye el agotamiento de los recursos o su preservación.

En relación con el medio ambiente, una economía debe proporcionar a la población tanto información precisa sobre las consecuencias de las decisiones económicas tanto como el conocimiento sobre sus métodos. La población entonces debe tomar decisiones en las que todos participen de forma proporcional.

El capitalismo no obtiene ni brinda la información, y da una visión sesgada de las motivaciones, de modo que los efectos sobre el medio ambiente se ocultan, ignoran y rechazan cada vez que entran en conflicto con las ganancias.

La economía participativa, en cambio, obtiene y brinda la mejor estimación posible de los costes y beneficios sociales (incluyendo los ecológicos) reales. Al menos lo hace en tanto que nos referimos al impacto sobre los seres humanos, y eso facilita las decisiones a la luz de esta información. ¿Justifica un desarrollo para los seres humanos el agotamiento de una parte de los recursos renovables o la eliminación de un crecimiento natural? La gente debe decidir, sobre la base de la información apropiada, pero la economía no debería juzgar tales asuntos a priori. Esto es lo que hace la economía participativa.

Pero, ¿qué sucede con las demás especies animales? Eso es un asunto extraeconómico. En el sistema de gobierno, la gente puede decidir, por ejemplo, que una particular raza de mariposa es sagrada y simplemente no puede ser perturbada, y mucho menos dañada, por decisiones humanas. Entonces esa orden se impondría a las funciones económicas. La economía participativa no podría llegar a tomar estas decisiones desde su interior, pero podría fácilmente acomodarse a cualquiera de estas restricciones llegadas de la esfera política obtenida, por ejemplo, por los esfuerzos de los movimientos por los derechos de los animales.

¿Qué pasa con las ideas de los desarrollos a pequeña escala o aquellos que defienden el biorregionalismo? Hay dos perspectivas distintas. La primera dice que a veces los métodos de producción a pequeña escala tienen importantes ventajas y que deberíamos tomar este hecho en cuenta y elegir tales métodos cuando tenga sentido hacerlo así. También dice que a veces la independencia local tiene importantes ventajas y que deberíamos conocer esto también y elegir la independencia cuando tenga sentido. Esto no es sólo correcto y compatible con la economía participativa, sino que la economía participativa proporciona los medios para llevarlo a cabo. A diferencia de los sistemas de economía de mercado, que hacen imposible tales evaluaciones y estarían predispuestos en contra tanto de lo pequeño como de lo local por diversas razones.

En otras palabras, según esta versión, al determinar la escala de las operaciones o el ámbito de producciones (local o más amplio), deberíamos estar atentos al total de los costes y beneficios sociales, incluso del impacto sobre el medio ambiente. La economía participativa permite hacerlo.

La otra perspectiva dice que nosotros conocemos, a priori, que lo pequeño y lo local es siempre lo mejor. Esta visión, creo yo, es totalmente equivocada. De hecho, no sabemos si lo pequeño y lo local es siempre lo mejor.

Esta visión pasa de la recomendación sensata de estar alerta a los beneficios de lo pequeño y local, a decir que es siempre un hecho que lo pequeño y lo local serán óptimos. Desde esta perspectiva, una persona podría decir que, en vez de unos pocos centros de trabajo produciendo aviones para todo un país, deberíamos tener una planta de producción de aviones en cada biorregión; o digamos, ya que la definición de una biorregión nunca ha estado muy clara, en cada partido. Esto sería terrible desde el punto de vista del medio ambiente, y también al considerar el uso de energía humana. Y -antes de que alguien diga, muy bien, pero los aviones son una excepción- lo mismo es probablemente cierto para las fábricas de bicicletas. ¿ Deberíamos tener fábricas de bicicletas de dos o tres personas con un bajo nivel de producción, o las actuales economías de escala hacen más aconsejable tener grandes fábricas? Y lo mismo vale para la independencia. El partidario de la versión fuerte diría que las personas en una biorregión desierta sólo deberían comer lo que ellos producen localmente. Una biorregión que no tiene carbón, petróleo, hierro y todo eso, deberían vivir sin ellos, y la gente que viva en una biorregión que disfruta de vastas extensiones de bienes naturales, sería muy próspera en comparación con otras regiones. Pero, visto de esta manera, obviamente no tiene sentido. Y desde el momento en que permitimos que se produzca en un lugar para que se consuma en otro, estamos diciendo que los problemas de la suficiencia local son un asunto para juzgar caso por caso.

Una buena economía necesita decidir la escala de operaciones, el ámbito de prestaciones y la conveniencia o no de recibir bienes de otros lugares, caso por caso, no a priori. Decir que todas las regiones deben ser autosuficientes es decir que la mayoría del planeta no debería tener petróleo, acero, carbón, estaño, tungsteno, naranjas, etc. Supone que cada lugar no puede disfrutar de la diversidad del conjunto o de cualquier producto que requiera inversión más allá de su región. ¿Por qué sostener esto en casos donde una mayor diversidad puede obtenerse a un bajo costo de transporte?

Honestamente, no creo que estos sean asuntos muy complejos. No podemos decir que la producción a pequeña o gran escala es mejor en sí. No podemos decir que la autosuficiencia es buena ni tampoco que lo sea compartirlo todo con todos. Lo que podemos decir es que es bueno elegir una escala y unos niveles de disponibilidad mutua así como conocer las necesidades de la gente y desarrollar sus potenciales mientras impulsamos valores que consideremos positivos mientras se toma en cuenta los costes y beneficios sociales y ecológicos totales y reales así como cumpliendo con las restricciones acordadas socialmente.

JP: Cuando te refieres a cuestiones como la ecología u otras áreas específicas, a veces argumentas que es inútil detenerse demasiado en los detalles concretos. El cambio social es un proceso de ensayo y error, y la verdadera prueba de las ideas está en su aplicación. De modo que sólo es conveniente esbozar a grandes rasgos la visión, los consejos, la planificación participativa, los complejos equilibrados de empleo, etc. Pero tu libro sobre economía participativa tiene 300 páginas, y da algunas respuestas muy específicas a las críticas. ¿Cómo decide uno que este nivel de especificidad es correcto, que 300 páginas están bien, que 10 son demasiado poco o que 600 son muchas? Lo que has descrito es ya muy específico para muchos lectores, pero no es lo suficientemente específico para muchos otros. Esto parece arbitrario.

MA: No creo que sea arbitrario, aunque por supuesto personas razonables pueden no estar de acuerdo sobre qué grado de descripción tiene sentido. Supón que alguien estuviese describiendo al capitalismo. Por supuesto, podría escoger un país -digamos EEUU, o Tailandia, o el que sea- y lo podría describir en cualquier extensión, en decenas de miles de páginas. Pero supón que la idea no es expresar todas las características de cada instancia específica del capitalismo, sino sus características generales. El objetivo es describir los rasgos principales y definidos que todas las instancias del capitalismo tienen en común, no las características únicas y opcionales de cada uno de ellos. El objetivo es describir el carácter que las hace capitalistas, no los detalles específicos adicionales que pueden ser únicos para un caso u otro. Si hay 50.000 páginas sobre los EEUU en detalle, y las mismas sobre Tailandia, Sudáfrica o Japón, la parte relevante a la pregunta sobre el capitalismo en sí es la parte que coincide, lo que es menos de 50.000 páginas.

No tenemos muchas economías participativas para examinar, pero desde luego sabemos que si lo hiciésemos habrá una enorme cantidad de detalles de cada una de ellas, y muchos aspectos que serían únicos de cada una. Del mismo modo, incluso dentro de una economía participativa -como dentro de una capitalista- habría grandes variaciones entre una institución y otra, incluso para instituciones de un mismo tipo, tales como las plantas de montaje, muchas serían opcionales, por decirlo así, variando de un caso a otro.

Así que la tarea es describir los principales rasgos, las instituciones con influencia que determinan los atributos principales de la economía.

Otra razón para esta limitación particular de lo que hacemos, más allá de que en eso consiste la descripción de un tipo, es que cuando se habla de una visión futura, el ir más allá de lo probable nos lleva fuera de los campos en los que podemos estar seguros, y esto no resulta muy útil. Lo que necesitamos para el buen desarrollo de una visión económica son los trazos generales, los rasgos principales, los atributos que pueden dar esperanza, inspirarnos, y proporcionarnos un contexto y una dirección a la forma de organizarnos y a nuestras exigencias en el presente, y al desarrollo de las estructuras desde las que se puede aprender y construir el futuro. Creo que lo que hace falta es hablar de la organización en el centro de trabajo y la división del trabajo, la remuneración, la toma de decisiones, y la asignación de recursos a nivel más general, con la suficiente atención a los individuos y a sus interrelaciones para crear un proceso viable. A veces tiene sentido ir un poco más lejos en detalles hipotéticos para proporcionar un contexto que facilite la compresión. Pero cuando hacemos esto, debemos tener claro que son posibilidades, y no especificaciones lo que estamos ofreciendo, por decirlo así.

La economía participativa es una visión económica particular. Una economía que no tiene consejos de trabajadores y consumidores, por más que utilizara los métodos de autogestión para los procesos de toma de decisiones, complejos de trabajo equilibrados, remuneración por el esfuerzo y el sacrificio y la planificación participativa, no es una economía participativa. Si una de estas características no funciona, tendremos que reconsiderarlo. Pero más allá de estos rasgos generales hay un tremendo espacio para la diversidad y la variación. Podríamos hablar sobre cómo podría ser, y proporcionar detalles y una clarificación descriptiva, pero no debemos confundir eso con los atributos principales.

Por eso, cuando intento presentar los rasgos principales, incluyendo algún material preparatorio y algunas clarificaciones y objeciones, alcanza las 300 páginas. Otros necesitarían más o menos; podrían incluir más detalles o tener un estilo más sintético. Pero todo esto es para hablar de un candidato a visión, por así decirlo. Una visión económica se transforma en una visión real, no sólo al proponer, sino cuando es ampliamente compartida. Eso desde luego no ha sucedido con la economía participativa hasta ahora. Sólo cuando suceda podremos saber lo que significa compartir una visión.

JP: La economía participativa ha cumplido ahora una década. Si tienes razón cuando dices que esta visión es muy importante para el desarrollo del activismo y proporciona una visión viable y estimable, ¿por qué no ha tenido una mejor acogida? ¿Y qué esperas ahora de la economía participativa? ¿Crees que si suficiente gente lee un libro sobre trabajos equilibrados, planificación participativa y consejos de trabajadores y vecinos algo va a cambiar? ¿Crees que el cambio social funciona de ese modo? ¿Alguna vez ha funcionado así?

MA: Esta es una pregunta particularmente difícil para mí. ¿Por qué no adoptan los anticapitalistas de una forma generalizada la economía participativa, o un sistema similar, en todo el mundo? Pues bien, la respuesta en concreto para la economía participativa es que, desde luego, la mayoría de los activistas alrededor del mundo prácticamente no han oído hablar de ella, y mucho menos conocen suficientemente sus propiedades para tener una opinión sobre ella. No ha sido rechazada o ignorada por los anticapitalistas del mundo entero durante una década, como tú mencionas, simplemente es que no la conocen.

Pero eso plantea otra cuestión. ¿Por qué ha sido tan difícil durante una década obtener información acerca de este modelo? ¿Por qué la gente que podría haberlo adoptado, o renovado para después adoptarlo, no lo hizo?

Podría ser que sólo lleve tiempo que las nuevas ideas se tornen visibles. Podría ser que las nuevas ideas necesiten tener más atractivo con las audiencias iniciales, por pequeñas que sean, para alcanzar luego audiencias mayores, y que la economía participativa no tiene ese atractivo necesario, al menos hasta ahora. Podría ser que hay obstáculos difíciles de salvar para alcanzar audiencias mayores, tales como la antipatía de muchas personas que son editores o incluso líderes de movimientos a ciertos aspectos de la economía participativa, lo que conduce a reducir su audiencia potencial, su nivel de visibilidad y difusión.

Con respecto a lo que deparará esta visión ahora, ya veremos. Hay algunas señales prometedoras, sin embargo. El nuevo libro está disponible desde mayo. Hay cerca de una docena de convenios de derechos extranjeros cerrados o casi cerrados, y muchos más en fase de estudio. Esta es la primera vez que el modelo tendrá un amplio alcance internacional. Parece que hay más reseñas ahora que con los anteriores libros de economía participativa. El interés por su compra anticipada ha sido mucho más grande que con cualquier libro anterior sobre este tema, con la primera y segunda tirada en tapa dura ya vendidas antes de salir a la venta. Así que creo que hay interés en una visión económica anticapitalista. Si la gente se da cuenta de que hay un libro que intenta proporcionar tal visión, muchos lo leerán. Lo que ocurra entonces ya lo veremos.

En cuanto a la segunda parte de tu pregunta, leer, hablar, pensar, actuar... todo esto forma parte de lo que afecta a los puntos de vista y filiaciones políticas de la gente. ¿Alguien piensa de otro modo?

¿Puede tener un libro un impacto tan importante? Por supuesto, yo creo que puede tenerlo. Muchos libros lo han tenido, así que la cuestión parece resuelta por la evidencia. Pero también es cierto que cualquier libro que haya tenido un impacto político importante va acompañado de discusiones, debates, y en el caso de una visión, también de organización. Así que la cuestión está abierta. Si la economía participativa alcanza un público masivo, y si pasa la prueba como una visión respetable, y los movimientos la encuentran útil como para ser partidarios de ella y utilizarla para su funcionamiento y en su lucha.

Ya que creo que una visión es muy importante, espero que todas las respuestas a estas cuestiones sean sí. Si no lo son, entonces espero que algo ocupe el vacío que ahora existe con respecto a una visión económica común. Estoy seguro de que ese vacío necesita llenarse.

mas informacion:
http://www.republicart.net/disc/aeas/albert01_es.htm
http://www.mrg-valencia.org/spip.php?article130

lunes, 19 de julio de 2010

JESUSCRISTO : Figura mitica No historica

Llogari Pujol - teologo por la universidad de Estrasburgo nos lo explica con claridad:



En las primeras catedrales góticas –desde Chartres hasta León- se grabaron escenas piadosas, como la del Juicio Final, en las que se ve a un ángel pesar el alma de los difuntos antes de decidir si mandarlos al cielo o al infierno. Pues bien, esos relieves son virtualmente idénticos a escenas del célebre Libro de los Muertos egipcio, compuesto más de veinticinco siglos antes en tierras del Nilo. ¿Cómo se transmitió un saber relacionado con el “paso al más allá” desde el antiguo Egipto a la Edad Media europea?


Mas detalles de los pasajes biblicos en el antiguo Egipto cientos de años anteriores:

domingo, 18 de julio de 2010

GREGG BRADEN - una nueva vision del mundo

Entrevista realizada a Gregg Braden, durante su participación en la película de Louise Hay, “Usted Puede Sanar su Vida”.
Científico investigador, que junto a otros científicos trabaja activamente para unir el mundo de la ciencia con la conciencia, nos da varias pistas para nuestro despertar y expansión de consciencia.Autor de varios libros, entre ellos “El efecto Isaías” y “El tiempo fractal”, entre otros.

Más información sobre él en: http://www.greggbraden.com/

jueves, 1 de julio de 2010

La busqueda del silencio natural - contaminacion acustica

Silencio... Gordon Hempton despliega sus micrófonos bajo el susurro de las coníferas. El viento agita las copas y las ramas chocan. El medidor marca 45 decibelios. El bosque respira hondo... Silencio

Gordon Hempton

“El avance impetuoso de la civilización hace que cada vez sea más difícil encontrar el silencio”, advierte Hempton, que hace diez años dio la vuelta al mundo (con parada en el parque de Doñana) rastreando los sonidos naturales en estado puro. Uno de los pocos lugares en que fue capaz de encontrarlo fue precisamente aquí, a tres horas escasas de Seattle, en estas montañas envueltas por el musgo y el misterio.

Silencio... Pasamos sobre un riachuelo. Nos detenemos en el puente. El ecologista acústico le toma la medida al rumor del agua. 69 decibelios... Silencio.

“Una conversación humana discurre a 60 decibelios”, advierte. Cualquier ruido imprevisto puede hacer que el medidor de dispare por encima de los 75 decibelios, pero una especie de hechizo parece proteger a este bosque y a su defensor más callado y conspicuo.

¿Su sonido predilecto? “El gorjeo de los pájaros al amanecer” ¿Su ruido más odiado? “El de un avión a primera hora de la mañana”... Y en ese momento rasga el cielo un avión lejano, cuando llevamos 38 minutos de caminata.

Hempton lleva varios años intentando convencer a Alaska Airlines para que desvíe sus vuelos y no irrumpan en su “santuario”. Al menos no incordian tanto como en Yosemite, la joya (profanada) de los parques naturales.

Llegamos al cabo de dos horas a un árbol hueco, bautizado como la “puerta del silencio”. Allí registramos los 32 decibelios, el punto más cercano a la quietud total. Y por fin nos acercamos por fin a la mítica “pulgada”, que tiene algo de altar, con una jarra que contiene los pensamientos de todos los peregrinos del silencio.

Hempton mide por última vez el sonido natural: 39 decibelios, con la ráfaga inesperada que pone el contrapunto al último y mágico destello de la tarde.

Tardaremos en volver a hablar, y nuestra propia voz nos resultará estridente y antinatural...

Tenemos que aprender a escuchar el silencio, y lo que viene después del silencio: un mundo de sensaciones nuevas, compuesto por pequeños e infinitos sonidos, que son el pálpito de este maravilloso planeta”.


Newsweek ha colgado en su página web un vídeo sencillamente maravilloso, sosegado y lleno de detalles hermosos, distinto. Se trata de una pieza en lengua inglesa de Nick Sherman sobre Gordon Hempton, un sonidista ecologista que se dedica a grabar los sonidos de la naturaleza en ausencia del ruido humano, libre de contaminación acústica.

La verdad es que la pieza, que combina la voz de Hempton con sonidos de pájaros, del agua, del viento, es tan hermosa como el mensaje que transmite: nuestro sonidista empezó a “escuchar de verdad”, por primera vez, a los 27 años, echado en un campo de maíz mientras caía sobre él una tormenta de rayos… Desde entonces, sus pistas de sonidos de la naturaleza son un recordatorio y una forma de reclamar los espacios libres de ruido.

De igual forma, Hempton sugiera que todos debemos calmarnos un toque, quedarnos quietos y aprender a escuchar el silencio. No se pierdan el vídeo, tras el salto, para reposarse un poco del trajín de nuestra ruidosa vida