NO COMPRAR BASURA DE MARCA
¿Compra productos de segunda mano y opta por el
consumo colaborativo?
¿Recela de las marcas convencionales y se ha lanzado a las redes de
trueque?
Quizá no lo sepa, pero probablemente se ha convertido en ese
25% de los ciudadanos que a raíz de la
crisis le ha pedido
el divorcio a las grandes empresas.
Si además de todo lo anterior, considera que el período de vacas flacas
que se estira como un chicle le ha empobrecido hasta hacerle caer
estrepitosamente de posición social, no hay duda: se ha convertido en un
'
consumidor rebelde'.
Un estudio elaborado por la consultora MyWord,
Mikroscopia 2015,
revela que uno de cada cuatro ciudadanos españoles siente aversión por
las grandes empresas y las corporaciones debido a la recesión. Un
rechazo que no responde tanto al tipo de productos o servicios que
proporcionan estas firmas, sino al rol social que desempeñan en un
período de turbulencias económicas como el actual. El ciudadano
culpabiliza a las grandes compañías de su situación y, por extensión
también pone en cuarentena el sistema capitalista.
Según
Belén Barreiro,
doctora en Políticas, Máster en Sociología y directora de MyWord, el
consumidor rebelde "desconfía de las instituciones que protagonizan la
economía de mercado" y ha empezado a romper con ellas. "Es significativo
–explica– que España esté actualmente en la cola de países con niveles
de apoyo al capitalismo más bajos, sólo por detrás de México o
Argentina. En 2007, en cambio, era uno de los más pro capitalistas, por
encima de Francia o Alemania".
Del extenso cuestionario –recoge
hasta 1.730 atributos sobre vida, consumo y compra– y su análisis
sobresale un motivo por encima de todos que explica este cambio de
actitud y ese no es otro que una bajada en picado del poder adquisitivo.
"Lo que hemos detectado es que una variable clara para explicarlo es el
empobrecimiento. El estudio detecta que entre las clases medias
empobrecidas el rechazo a la economía de mercado alcanza el 31%",
explica. No obstante, Barreiro, con amplia experiencia en el análisis
científico de la sociedad –fue presidenta del Centro de Investigaciones
Sociológicas (CIS)– aclara que no estamos ante grupos antisistema o
minoría radicales. "Es un fenómeno transversal, que no depende del grado
de formación, ni del origen", asegura.
Crece el consumo colaborativoLo
que no hace el consumidor rebelde es tirar la toalla. "En vez de
resignarse o volverse un consumidor pasivo busca soluciones dentro de la
propia sociedad", afirma Barreiro. Algo parecido a lo que ha ocurrido
en el terreno político, donde también se ha asistido a un cambio de
mentalidad que ha dado pie a nuevas formas de hacer política. El
nacimiento de las candidaturas ciudadanas es el ejemplo más evidente,
con el fenómeno Podemos como punta de lanza. "El comportamiento es el
mismo: los electores se niegan a aceptar la situación de deterioro y
toman las riendas, amenazando a las élites tradicionales", afirma
Barreiro, quien, por cierto, fue la primera en predecir allá por 2012 la
irrupción de una candidatura como la de Podemos en el panorama político
español. "En un terreno y en el otro hablamos de intenciones, pero que
se están convirtiendo en cambios reales", dice.
En
el ámbito económico, el efecto más evidente del divorcio entre clientes
y empresas es el aumento de nuevas prácticas de consumo. Trueques,
compras colectivas, intercambios, bancos del tiempo o compras y ventas
de productos de segunda mano son algunas de las tendencias emergentes
que se identifican en el estudio. En opinión de Barreiro, no son una
moda sino todo lo contrario, "han venido para quedarse", aunque matiza
que su alcance dependerá de la respuesta que den las propias marcas.
"Hay un cambio de mentalidades y este cambio implica que podamos tener
cada vez más consumidores que prefieran el intercambio de productos
porque consideren que es mejor", apunta.
Similar
argumento esgrime el Albert Banal–Español, profesor del departamento de
Economía y Empresa de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) al hablar de
prácticas de consumo colaborativo en auge, en concreto, de los sistemas
para compartir coche o el alquiler de habitaciones. "Este tipo de
tendencias son una revolución económica porque cambian la manera de
hacer en muchos aspectos", explica. Para él, aunque en gran medida los
hábitos emergentes "están condicionados por la coyuntura" resistirán más
allá de la crisis. "Habrá menos, pero es posible que perduren porque
asistimos también a una nueva filosofía de consumo gracias al auge de
las nuevas tecnologías", añade.
Retroceder a los 60 en plena era digital
En
efecto, la revolución tecnológica –además de la crisis– juega un papel
determinante a la hora de explicar los nuevos hábitos emergentes. Si
como pasa, en un mismo tiempo y espacio se conjugan los dos elementos,
la mezcla acaba siendo explosiva o como dice Barreiro "una bomba de
relojería". "Nos encontramos con una parte de la población empobrecida,
pero en medio de la era digital, donde la información fluye y se
intercambia de manera instantánea", asegura.
En
un estudio tan exhaustivo, dónde se averiguan todo tipo de curiosidades
sobre la sociedad –desde el color favorito o el periódico que se lee,
hasta si se es zurdo o diestro– es fácil reconocer que en muchos hogares
españoles prima desde hace tiempo la "economía de guerra". "Es tan
simple como preguntar si se añade agua al suavizante de la lavadora para
alargar la vida del producto y comprobar que, en muchos casos, la
respuesta es afirmativa", explica Barrerio.
Este retroceso social y
económico a "los años 60" en plena revolución tecnológica puede ser una
oportunidad, pero Barreiro alerta que se puede volver en contra y
convertirse en un peligro si se infravalora el poder ciudadano. "El
empoderamiento de la sociedad y sus niveles de exigencia son mayores que
antes. Si eso no se tiene en cuenta, acabará siendo una amenaza para
empresas e instituciones", concluye.
El 25% de los ciudadanos admite sentir rechazo por las grandes empresas y corporaciones a raíz de la crisis económica.
El porcentaje se eleva hasta el 31% entre aquellos que sienten que la recesión les ha empobrecido, nada menos que el 50% de los consultados.
Algo que, consideran los responsables del estudio, puede llevar al abandono de esas grandes marcas.
El problema, indica el informe, no es de radicalismo del consumidor, ni de insatisfacción por los productos o servicios en cuestión, sino por el rol social de las compañías.
El ahorro, el consumo colaborativo y alternativo, la autoproducción de objetos, son algunas de las características que tienen en común este tipo de ciudadanos que, además, utilizan internet para realizar críticas constructivas o negativas. Según el informe, el 37% de los consumidores rebeldes son prescriptores digitale, frente al 32% del resto de la muestra.
"El entorno social cada vez más digitalizado ha hecho de este un consumidor muy exigente, bien informado y vigilante hacia cualquier mala práctica empresarial", se indica en el estudio
Belén Barreiro, directora de MyWord, la compañía que ha realizado este informe y ex presidenta del CIS, hace un paralelismo entre esta ruptura entre consumidores y corporaciones y la que se da en el terreno político entre electores y partidos tradicionales. En ambos casos, apunta, "la reacción del consumidor o ciudadano está siendo sorprendentemente parecida. La sociedad golpeada por la crisis no se resigna, sino que se ha vuelto más activa y cooperativa: busca soluciones por sí misma y dentro de la propia sociedad. El empobrecimiento, junto con la creciente desigualdad, está teniendo consecuencias de envergadura en la relación de los consumidores con las empresas y las instituciones financieras.
Reconciliar al consumidor con el sistema económico es probablemente el reto más importante que las grandes corporaciones tienen ahora mismo por delante’.
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Mikroscopia 2015 se basa en una macroencuesta de 8.387 entrevistas digitales realizadas a una muestra representativa de la población residente en España, con un cuestionario que recoge hasta 1.730 atributos. Analiza cincuenta microtendencias y hábitos emergentes de vida, consumo y compra, "generados no sólo por la crisis económica, sino también por otros tres grandes propulsores de cambio: la revolución tecnológica, la revolución ecológica y la revolución libertaria", indican sus responsables
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www.marketingnews.es/tendencias/noticia/1088403029005/asi-consumidor-rebelde.1.html#sthash.KRJL6S26.dpuf
El 25% de los
ciudadanos admite sentir rechazo por las grandes empresas a raíz de la
crisis, según el estudio Mikroscopia.
Este consumidor, bautizado como 'rebelde', no tiene un perfil
radical, pero la insatisfacción con las empresas le ha hecho cambiar sus
hábitos de consumo.
¿Cómo se comporta? Recurre a medidas de ahorro, al consumo
colaborativo, al alquiler y a la compra-venta de segunda mano.
ECO
Actividad social ¿Qué es esto? 88%
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20MINUTOS. 16.02.2015 - 06:32h
La crisis ha tansformado los hábitos de consumo de los ciudadanos. Entre
los nuevos patrones que ahora surgen emerge con fuerza un perfil al que
los sociólogos han colgado la etiqueta de consumidor "rebelde". ¿Contra
qué se rebela este consumidor? Se alza contra las grandes empresas y
corporaciones, mostrándose crítico con su rol social. El "consumidor
rebelde" no es ningún ciudadano radical o subversivo, ni un colectivo
residual, sino que este modelo define ya a uno de cada cuatro
consumidores (el 25%), según el estudio Mikroscopia 2015, elaborado por
la empresa MyWord, especializada en investigaciones de mercado.
Otras imágenes
Tienda de Segunda Mano 2 Fotos
La responsable del informe Mikroscopia y directora de MyWord, Belén
Barreiro (expresdienta del CIS), explica que "esta nueva ruptura entre
consumidores y corporaciones es, en cierto sentido, similar a la que se
está produciendo en la política entre los electores y los partidos
tradicionales. La sociedad golpeada por la crisis no se resigna, sino
que se ha vuelto más activa y cooperativa: busca soluciones por sí misma
y dentro de la sociedad", indica Barreiro.
El consumidor rebelde está dispuesto a comprar de segunda mano y a
vender los productos que ya no necesita ¿Y cómo ha modificado sus
hábitos ese 25% de consumidores rebeldes? Uno de cada tres (el 32,3%) ha
cambiado de supermercado en busca de precios más bajos y la mayoría
(54%) ya opta por marcas más baratas a la hora de adquirir los productos
habituales en la cesta de la compra, según el informe, basado en 8.387
entrevistas. Por su parte, los consumidores que no encajan en el perfil
de 'rebelde' (es decir, los que no sienten rechazo hacia las grandes
marcas) tienen menos tendencia a estos nuevos hábitos de consumo.
La crisis también ha cambiado otras rutinas, así como la percepción
sobre el consumo. El "consumidor rebelde" ya no tira comida en casa (el
69,4% de ellos, frente al 50,2% de resto de consumidores) y siente
remordimientos por comprar (el 32,4%, frente al 18,4% del resto). La
mayor diferencia entre los llamados rebeldes y el resto de las personas
se da en su crítica a la sociedad de consumo: entre los primeros, hay un
66,3% que denuncian el actual sistema de consumo; mientras, entre el
resto de ciudadanos solo hay un 21,9% de críticos. Además, un 7,2% de
los rebeldes han dejado su casa para volver a vivir con su familia y un
14,6% piden las sobras en el restaurante para llevárselas a casa.
El informe destaca que este nuevo tipo de consumidor es "activo y no se
resigna" y se inclina más por "prácticas de consumo alternativo y
colaborativo". En concreto, un 16,6% intercambia bienes y servicios (por
ejemplo, los libros de texto o la ropa de los niños), el 41,1% compra
en comercios de segunda mano, el 38,2% está dispuesto a vender productos
que ya no necesita (en lugar de tirarlos a la basura), el 13,7%
participa en compras colectivas y el 4,6% está en grupos de consumo
(colectivos que se unen para compartir los gastos y reivindicar los
derechos de los consumidores) o incluso manufactura por sí mismo cosas
por las que antes pagaba (el 43,1%).
El "consumidor rebelde" resulta más propenso a recurrir al turismo
responsable (36,9%), huyendo de destinos de masas y optando por alojarse
en establecimientos que cuiden el medio ambiente. También tiende más a
participar en mercados de trueque (8,7%), opta más por al comercio justo
(13,5%), responsable (15,4%) y ecológico (11,6%).
El modelo de las "madres alfa"
En Mikroscopia 2015 recogen hasta 50 microtendencias y hábitos
emergentes de vida, consumo y compra generados por la crisis, la
revolución tecnológica, la revolución ecológica y la revolución
libertaria, según describen sus promotores. Además del "consumidor
rebelde", los autores del estudio destacan el fenómeno de las "madres
alfa", que consiste en mujeres profesionales, altamente cualificadas y
en puestos de responsabilidad, con hijos a su cargo y que forzosamente
deberían delegar tareas del hogar en un reparto más equitativo, pero no
lo están haciendo.
Son las mujeres "puedo con todo" y, según explica Belén Barreiro, lo que
han encontrado en este estudio "es que son ellas, las 'madres alfa',
las que siguen cargando con las decisiones de las compras de hogar, a
pesar de que no disfrutan haciéndolo. No solo eso, además cargan, más
que el resto de las mujeres, con tareas concebidas previamente como
masculinas, tales como las finanzas familiares y las relaciones con el
banco. Ahí descubrimos uno de los nichos con futuro de la compra
online".
Arantxa. Farmacéutica, 39 años: "Busco la marca blanca, no tiro comida y
he comprado zapatillas de segunda mano"
La crisis ha hecho que las prioridades de muchas personas cambien de
manera considerable. Es el caso de Arantxa, residente en la localidad
madrileña de Pozuelo de Alarcón. Esta farmacéutica de 39 años asegura
que nunca fue tan consciente como en los tiempos que corren de la
importancia que tiene el consumo de manera responsable: “Creo que esta
crisis nos ha hecho reflexionar a todos en general. Esta nueva sociedad
que nace de la crisis no tiene nada que ver con la de antes. Los
ciudadanos somos ahora más responsables”.
Suelo comprar de segunda mano los libros para los niños y zapatillas
para mi hijaEn el caso de Arantxa, que tiene tres hijos, en lo único en
lo que no repara en gastos es en la alimentación de su familia. “Soy de
las que piensan que somos lo que comemos e intento comprar productos con
la máxima calidad posible, pero en el resto de productos para el hogar
busco siempre la marca blanca”, dice. “Ahora tengo más cuidado y procuro
tirar menos comida”, confiesa.
Arantxa explica además que suele comprar cosas en tiendas de segunda
mano “como los libros de los niños para el colegio”, algo que “antes no
hacía nunca”. “Lo último que he comprado de segunda mano son unas
zapatillas para mi hija que estaban como nuevas”, afirma.
Su mentalidad respecto a la vivienda también ha cambiado notablemente:
“Siempre he querido tener mi propia casa porque supongo que es algo
cultural. Pero vivo de alquiler y en estos momentos ni me lo planteo. No
tengo ninguna necesidad de hipotecarme”.
Ver más en:
http://www.20minutos.es/noticia/2369238/0/consumidor-rebelde/austero-marca-blanca/alquiler-segunda-mano/#xtor=AD-15&xts=467263
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La crisis ha tansformado los hábitos de consumo de los ciudadanos. Entre los nuevos patrones que ahora surgen emerge con fuerza un perfil al que los sociólogos han colgado la etiqueta de consumidor "rebelde". ¿Contra qué se rebela este consumidor? Se alza contra las grandes empresas y corporaciones, mostrándose crítico con su rol social. El "consumidor rebelde" no es ningún ciudadano radical o subversivo, ni un colectivo residual, sino que este modelo define ya a uno de cada cuatro consumidores (el 25%), según el estudio Mikroscopia 2015, elaborado por la empresa MyWord, especializada en investigaciones de mercado. Otras imágenes Tienda de Segunda Mano 2 Fotos La responsable del informe Mikroscopia y directora de MyWord, Belén Barreiro (expresdienta del CIS), explica que "esta nueva ruptura entre consumidores y corporaciones es, en cierto sentido, similar a la que se está produciendo en la política entre los electores y los partidos tradicionales.
La sociedad golpeada por la crisis no se resigna, sino que se ha vuelto más activa y cooperativa: busca soluciones por sí misma y dentro de la sociedad", indica Barreiro. El consumidor rebelde está dispuesto a comprar de segunda mano y a vender los productos que ya no necesita ¿Y cómo ha modificado sus hábitos ese 25% de consumidores rebeldes? Uno de cada tres (el 32,3%) ha cambiado de supermercado en busca de precios más bajos y la mayoría (54%) ya opta por marcas más baratas a la hora de adquirir los productos habituales en la cesta de la compra, según el informe, basado en 8.387 entrevistas.
Por su parte, los consumidores que no encajan en el perfil de 'rebelde' (es decir, los que no sienten rechazo hacia las grandes marcas) tienen menos tendencia a estos nuevos hábitos de consumo. La crisis también ha cambiado otras rutinas, así como la percepción sobre el consumo.
El "consumidor rebelde" ya no tira comida en casa (el 69,4% de ellos, frente al 50,2% de resto de consumidores) y siente remordimientos por comprar (el 32,4%, frente al 18,4% del resto). La mayor diferencia entre los llamados rebeldes y el resto de las personas se da en su crítica a la sociedad de consumo: entre los primeros, hay un 66,3% que denuncian el actual sistema de consumo; mientras, entre el resto de ciudadanos solo hay un 21,9% de críticos. Además, un 7,2% de los rebeldes han dejado su casa para volver a vivir con su familia y un 14,6% piden las sobras en el restaurante para llevárselas a casa.
El informe destaca que este nuevo tipo de consumidor es "activo y no se resigna" y se inclina más por "prácticas de consumo alternativo y colaborativo". En concreto, un 16,6% intercambia bienes y servicios (por ejemplo, los libros de texto o la ropa de los niños), el 41,1% compra en comercios de segunda mano, el 38,2% está dispuesto a vender productos que ya no necesita (en lugar de tirarlos a la basura), el 13,7% participa en compras colectivas y el 4,6% está en grupos de consumo (colectivos que se unen para compartir los gastos y reivindicar los derechos de los consumidores) o incluso manufactura por sí mismo cosas por las que antes pagaba (el 43,1%).
El "consumidor rebelde" resulta más propenso a recurrir al turismo responsable (36,9%), huyendo de destinos de masas y optando por alojarse en establecimientos que cuiden el medio ambiente. También tiende más a participar en mercados de trueque (8,7%), opta más por al comercio justo (13,5%), responsable (15,4%) y ecológico (11,6%).
El modelo de las "madres alfa" En Mikroscopia 2015 recogen hasta 50 microtendencias y hábitos emergentes de vida, consumo y compra generados por la crisis, la revolución tecnológica, la revolución ecológica y la revolución libertaria, según describen sus promotores. Además del "consumidor rebelde", los autores del estudio destacan el fenómeno de las "madres alfa", que consiste en mujeres profesionales, altamente cualificadas y en puestos de responsabilidad, con hijos a su cargo y que forzosamente deberían delegar tareas del hogar en un reparto más equitativo, pero no lo están haciendo.
Son las mujeres "puedo con todo" y, según explica Belén Barreiro, lo que han encontrado en este estudio "es que son ellas, las 'madres alfa', las que siguen cargando con las decisiones de las compras de hogar, a pesar de que no disfrutan haciéndolo. No solo eso, además cargan, más que el resto de las mujeres, con tareas concebidas previamente como masculinas, tales como las finanzas familiares y las relaciones con el banco. Ahí descubrimos uno de los nichos con futuro de la compra online". Arantxa.
Farmacéutica, 39 años: "Busco la marca blanca, no tiro comida y he comprado zapatillas de segunda mano" La crisis ha hecho que las prioridades de muchas personas cambien de manera considerable. Es el caso de Arantxa, residente en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón. Esta farmacéutica de 39 años asegura que nunca fue tan consciente como en los tiempos que corren de la importancia que tiene el consumo de manera responsable:
“Creo que esta crisis nos ha hecho reflexionar a todos en general. Esta nueva sociedad que nace de la crisis no tiene nada que ver con la de antes. Los ciudadanos somos ahora más responsables”. Suelo comprar de segunda mano los libros para los niños y zapatillas para mi hija
En el caso de Arantxa, que tiene tres hijos, en lo único en lo que no repara en gastos es en la alimentación de su familia. “Soy de las que piensan que somos lo que comemos e intento comprar productos con la máxima calidad posible, pero en el resto de productos para el hogar busco siempre la marca blanca”, dice. “Ahora tengo más cuidado y procuro tirar menos comida”, confiesa. Arantxa explica además que suele comprar cosas en tiendas de segunda mano “como los libros de los niños para el colegio”, algo que “antes no hacía nunca”. “Lo último que he comprado de segunda mano son unas zapatillas para mi hija que estaban como nuevas”, afirma. Su mentalidad respecto a la vivienda también ha cambiado notablemente: “Siempre he querido tener mi propia casa porque supongo que es algo cultural. Pero vivo de alquiler y en estos momentos ni me lo planteo. No tengo ninguna necesidad de hipotecarme”
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