sábado, 2 de agosto de 2014
Yacouba Sawadogo - el hombre que detuvo el avance del desierto
Entre todos los habitantes de la Tierra existen algunas personas con el ingenio suficiente para idear formas de mejorar la vida de los más desfavorecidos.
En estas páginas hemos conocido multitud de ejemplos, como el niño que aprendió ingeniería en un vertedero de Sierra Leona para llevar la luz eléctrica a su aldea, la estudiante que inventó una depuradora de agua en el patio de su casa o el filipino que convirtió su casa en una biblioteca pública.
Sin embargo, las historias de auténticos emprendedores que
han decidido poner su granito de arena para convertir este planeta en un
mundo mejor es prácticamente interminable. Hoy, gracias al blog «Noticias positivas», incorporamos a esa lista a Yacouba Sawadogo, un agricultor burkinés que ha conseguido frenar el imparable avance del desierto en su país.
La lucha de Sawadogo contra el imparable avance del
desierto comenzó en 1974. Mientras muchos de sus vecinos abandonaban sus
aldeas, rodeadas de tierras estériles, este agricultor solo pensaba en
hallar la forma de repoblar la región de Gourga.
Como a muchos de estos personajes lo tomaron por loco, pero cuarenta
años después ha conseguido recuperar más de tres millones de hectáreas
de terreno desértico en ocho países del Sahel y convertirlas en tierras
de cultivo.
Para lograr su objetivo, Yacouba Sawadogo decidió emplear
una técnica de de agricultura tradicional denominada «Zaï», aunque
adaptándola a los tiempos modernos. Este método consiste en cavar hoyos de unos veinte centímetros en
los que se deposita estiércol y compost al lado de las semillas. Tras
tres años de experimentación, este obstinado burkinés se convence de que
el «Zaï» puede ser la solución definitiva para parar al desierto.
Los resultados parecen darle la razón. Desde las primeras lluvias, el rendimiento de las tierras se duplica
e, incluso, llegan a multiplicarse por cuatro. Convencido de que puede
revolucionar la vida de sus compatriotas, Sawadongo decide recorrer
Burkina Faso en moto para enseñar la técnica a todos los agricultores
que pueda.
Con el paso del tiempo, decidió mejorar el método plantando también árboles que
ayudaran a mantener la humedad del suelo y favorecieran la infiltración
natural del agua. Cuarenta años después de los primeros experimentos,
su método ha recuperado más de tres millones de hectáreas de terrenos
desérticos y se ha extendido desde Burkina Faso a ocho países de la
región del Sahel. Mientras, este decidido campesino, que ha
protagonizado varios documentales, se dedica a dar conferencias para tratar de expandir aún más los beneficios del «Zaï».
Aquellos que lo llamaban loco cuando lo veían plantar árboles en pleno desierto, ahora lo consideran un auténtico héroe.
Sin embargo, Yacouba Sawadogo, se conforma con saber que gracias a su
empeño miles de agricultores son capaces de vivir del fruto de sus
tierras.
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