martes, 23 de julio de 2013
Crean comunidades de telefonía celular autónoma y única en el mundo
Este sistema de comunicación tiene su base en la comunidad
zapoteca Telea de Castro. Ahí existe la Radio Comunitaria Dizha Kieru
que, con su transmisión en frecuencia modulada, hace uso del derecho a
la comunicación cuyo espíritu está recogido en Los Acuerdos de San
Andrés y tiene el respaldo de diversos instrumentos legales vigentes en
México.
La esencia del proyecto es “que una comunidad pueda administrar su
propia sistema basado en el modelos de las radios comunitarias”, declara
Pedro Flores, coordinador del proyecto. Es básico fomentar la
comunicación local e interpersonal a larga distancia e impulsar un
servicio para las comunidades, considera el impulsor.
“En México existen 50 mil comunidades indígenas sin servicio
telefónico. La respuesta de las grandes empresas a las comunidades que
pidieron por más de diez años el servicio fue que no es viable invertir
económicamente en la sierra y zonas alejadas”, relata en entrevista con Desinformémonos Flores,
quien forma parte de Rhizomatica -gestora del proyecto de comunicación.
Explica que “estamos en un camino largo e interesante, algo que jamás
se había hecho. Faltan muchas cosas y estamos en espera de esos retos”.
“Por muchos años las comunidades pidieron antenas de telefonía. Las
grandes empresas no les hicieron caso porque vieron que no es viable
económicamente”, recuerda el promotor. “Supongo que fue así cuando los
pueblos se apropiaron la radio y televisión comunitarias en los años
cincuenta y sesenta”, reflexiona. “Nadie se opuso al principio y luego
lo vieron como una amenaza a sus intereses. Eso nos puede pasar en algún
momento”, sostiene Pedro Flores.
Flores informa que la intención de la organización que gestiona el
proyecto es dedicarle más tiempo y seguimiento a las asambleas de otras
comunidades que ya aprobaron el proyecto. .
El teléfono ante la asamblea
Talea de Castro ha dado la forma a su servicio comunitario, expone
el promotor. La comunidad está feliz no solamente porque tiene el
servicio, sino porque es propio. “Se decidió que hubiera límites de
tiempo de llamada para que nos se sature el equipo. Decidieron que
después de cinco minutos se desconecte la llamada para darle oportunidad
de usar el servicio a otra persona”, describe Flores. “Lo más
complicado para configurar el equipo son las decisiones de la
comunidad”.
La comunidad zapoteca, en la que existe alta migración, ahorra
mucho dinero con este sistema pues hay un número en la comunidad y otros
para Los Ángeles y Seattle, en los Estados Unidos.Con el proyecto en
marcha, una persona que gastaba seis pesos para llamar, ahora gasta
cincuenta centavos.
“Una persona puede hablar a todo el mundo. El sistema tiene números
públicos, que se conectan a una computadora y esa a un conmutador, que
localiza el teléfono de la persona a quien quieres hablar”, describe el
promotor. “El teléfono se vuelve más popular; existen más usuarios y se
facilita la comunicación interpersonal y la resolución de asunto
cotidianos”, explica Flores. La defensa del sistema radica en el
servicio que presta y en la cooperación del pueblo para adquirir el
equipo.
Un desafío del proyecto es no fomentar el consumismo. “No queremos
contribuir a un sentido irresponsable de los pueblos por la tecnología.
Lo único que se necesita es comprar el teléfono más barato del mercado y
funcionará igual”, señala el integrante de Rhizomatica.
Desde la primeras pruebas que la organización realizó en Talea de
Castro, se dieron cuenta del amplio uso del teléfono: el equipo detectó
700 aparatos prendidos, que estaban siendo utilizados para otra cosa más
allá de la telefonía sin señal.
En las comunidades indígenas tener un teléfono de cierta marca o
modelo significa por una parte un estatus social, pero también son
útiles, expone Flores: “son pequeñas computadoras. Los jóvenes las
utilizan para escuchar música y ver videos que descargan de internet.
También son linternas o calculadoras y sirven para escuchar radio. Nos
dimos cuenta de que existen los aparatos y una red comunitaria de
personas que los usa, sólo falta señal”, afirma.
Los desafíos
El comunicador señala que nadie pensó que las comunidades indígenas
lanzaran una red de telefonía. “Llegaron los de las compañías a hablar
con personas de la comunidad, les dijeron ‘escuchamos que ya tienen su
propia telefonía y nosotros queremos lanzar nuestro servicio aquí’”. Los
promotores de las empresas pretendieron aprovechar la red, ya
instalada, para poner teléfonos en las casas, pero la respuesta de la
comunidad fue “que no quería que vinieran a hacer dinero y no le
interesaba el servicio pues ya dispone de su propia red”, relata Flores.
Flores identifica diversos retos. El primero es legal, pues aunque
la Comisión Federal de Telefonía (COFETEL) les otorgó un permiso por dos
años, no deja de ser una preocupación pues la institución pide un
proyecto que abarque cuatro estado para poder operar una red. El segundo
es tecnológico, pues necesitan equipo menos costoso. EL tercero se
refiere a la cuestión organizativa, la gestión y administración de la
comunidad del sistema. “Estamos platicando con las comunidades y puede
ser como una radio comunitaria”, menciona Pedro Flores. Pero el mayor
desafío “son las corporaciones telefónicas”, asevera Flores, que
considera que cuanto más comunidades se acerquen a pedir el servicio,
las empresas intentarán entrar.
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