Tu zumo de naranja "natural" puede tener hasta 2 años y otras incómodas verdades alimenticias que desconocías
27 ene 2015
Cualquiera sabe que el zumo de naranja envasado no es comparable al natural que podemos hacer en casa.
Aunque en la botella ponga ‘100% natural de naranjas recién exprimidas”, su sabor, textura y olor es completamente diferente al que podamos hacer nosotros mismos directamente de la fruta.
Pero pocos saben que
ese zumo ya hecho podría tener hasta dos años de edad. Esa es la incómoda verdad que r
evela el último libro de critico Daniel Tapper, responsable de la sección de comida y bebida del diario británico The Guardian.
En ‘
The Food Unwrapped’ el autor
muestra los trucos que la industria alimentaria utiliza para manufacturar la comida que llega a nuestros platos. Muchos de ellos, pura y llanamente asquerosos.
Zumo de naranja
Zumo atávicoPor ejemplo, el citado zumo de naranja. Para hacerlo, las empresas exprimen el jugo a las frutas,
y lo calientan a 95 grados durante unos segundos,
para a continuación añadir nitrógeno para contener la oxidación del
liquido. Tras bajar la temperatura a la mezcla resultante, se almacena
en gigantescos tanques
en los que puede caber hasta 40 millones de litros. Muchísima cantidad que, sí, tarda dos años en venderse.
Así que es posible que el zumo que hayas desayunado hoy date de 2013. Daniel Tapper alerta de que este sistema hace que
la fructosa del zumo industrial sea mucho mayor
que la que puede haber en los preparados caseros. Esa sustancia, el
azúcar de las frutas, es sintetizada en el hígado y convertida en grasa.
Por lo tanto, si hay mucha,
no solo nos engordará, sino que también nos podría provocar problemas cardiovasculares, obesidad o diabetes. Mucho ojo con los productos ‘con sabor a’Aunque
hay fruta de sobra en el mundo para que las compañías alimentarias
aderecen sus productos, muchas veces éstas prefieren decantarse por
potenciadores del sabor o condimentos que tienen muy poco de frutales.
Tapper pone un ejemplo repugnante: muchas veces para dar a
roma y sabor a frambuesa, se utiliza un compuesto químico llamado castóreo. ¿Su origen?
Las glándulas odoríferas que tienen los castores cerca del ano.
Otro sabor muy popular,
el de fresa, no tienen nada que ver con lo que intenta imitar.
Su formula está compuesta por furanyl (un producto proveniente del
azúcar cocinado, que huele como la carne quemada), cis-3-hexenal (un
liquido incoloro que proviene de la menta destilada) y el acetato de
2-metilbutilo (un químico presente en el tabaco y en la cerveza).
Quesos que no tienen nada de quesoTapper
no da nombres, pero advierte que muchos productos que llevan la
etiqueta ‘derivado del queso’ o ‘comida con sabor a queso’
no tienen ni siquiera un 10% de este producto.
Para su fabricación han sido usados productos químicos. También
advierte que algunos quesos industriales son en realidad un 60% de agua
mezclada con una pasta base hecha con una especie de harina que en
origen fue queso.
Comida sana que no es talOtra de las áreas por donde ataca el autor es la comida supuestamente sana.
Tapper denuncia 5 tipos de alimentos que en realidad que no son para nada tan saludables como se anuncian.
El primero de ellos es el muesli industrial.
Aunque para muchos es su opción favorita para desayuno, esta
combinación de distintos tipos de cereales, miel y fruta contiene una
enorme cantidad de azúcar y sal, muchas veces casi más de la mitad de la
cantidad recomendada para un adulto.
También advierte sobre
los productos bajos en grasas.
Muchas veces, para compensar la falta de grasa se aumenta el nivel de
azúcar y de sal. El mejor ejemplo de ello son el fiambre de pavo y el
jamón de york light.
Mucho cuidado con los cereales procesados
Barritas energéticas. Aunque son vendidas como una especie de bomba de nutrientes, en realidad deberíamos verlas como
una especie de chuchería que engorda mucho en muy poco tiempo. Su principal problema es la gran cantidad de azúcares añadidos, que la convierten en toda una bomba calórica.
El yogur helado.
En las grandes ciudades españolas han proliferado en los últimos años
las franquicias de este tipo de alimentos, que se venden como sustitutos
menos engordaste de los helados tradicionales.
Pero aunque puedan tener menos azúcar, en realidad tienen más grasa, o viceversa. Así que al final el efecto que provocan sobre nuestros cuerpos es el mismo que un cono de toda la vida.
Alimentos probióticos. Otro boom que estamos viviendo. Pero hay un problema del que nadie nos ha hablado:
al meter estos alimentos en la nevera, estamos acabando con las bacterias que hay en ellos, así que nos perdemos el beneficio que supuestamente tienen.