El doctor Roger Vittoz nació en 1863 en Morgues (Suiza), en la ribera del lago de Ginebra. Estudió la medicina ortodoxa y ejerció como internista en Suiza. Murió en 1925. Observaciones muy precisas lo condujeron a construir su método terapéutico.
Se dio cuenta de que muchos enfermos presentaban sólo trastornos funcionales, sin lesiones orgánicas. Esto lo llevó a interesarse cada vez más en los enfermos nerviosos y a buscar las causas de sus alteraciones.
Contemporáneo de Freud e interesado por sus trabajos y los de su amigo Breuer sobre la histeria y el tratamiento hipnótico, Vittoz practicó él mismo por un tiempo la hipnosis. Pero terminó por abandonarla, decepcionado por la inestabilidad de los resultados obtenidos e impresionado, sobre todo, por el estado de pasividad de los enfermos.
Comenzó a tratar entonces a sus pacientes según los principios cuya elaboración y métodos de aplicación están expuestos en la única obra que nos dejó, escrita por su propia mano: Tratamiento de las psiconeurosis mediante la reeducación del control cerebral. En sus “Notas y pensamientos”, redactadas por sus amigos y colaboradores, se reflejan bien los rasgos de carácter y la manera de pensar de Vittoz, hombre de mucha bondad, corazón e inteligencia. Se decía de él que su pasión dominante era hacer el bien. Solía decir: “No tengo derecho a rechazar enfermos, hay que ir hasta el límite…” Llegó así al límite extremo de sus fuerzas humanas, no quedándole ni el tiempo ni la energía para redactar las notas que destinaba a sus colegas.
El rescate por la sensación
Mostrar una vía de curación alternativa a quienes sufren enfermedades nerviosas – “neurastenias”, como se llamaban a comienzos del siglo – y sus múltiples secuelas psicosomáticas, mediante la práctica del control cerebral, era el objetivo del doctor Vittoz. Él la expuso en un pequeño volumen, “dirigido sobre todo al enfermo”, publicado en 1911. Esta obra, que iba ya en su undécima edición 70 años después, ha sido desde entonces fuente de inspiración y rescate para terapeutas y pacientes. A pesar de que el método Vittoz” es una experiencia que no se explica, sino que se vive, intentamos aquí transmitir una vivencia de sus aspectos fundamentales.
Un caso de angustia
El siguiente caso es relatado por la doctora R. Bruston, psicoterapeuta francesa, practicante del método Vittoz:
“La señora B., una madre muy amante y preocupada, que perdió a su hijo mayor en un accidente de montaña, vive temiendo que su otro hijo caiga enfermo. Pensar en los sufrimientos y la posible muerte del niño desencadena en ella la angustia y la arrastra a un torbellino de imágenes irresistibles que la perturban profundamente. Esta angustia crea en ella actitudes excesivamente solícitas y sobre protectoras hacia el niño. Ella está consciente de todo eso, pero no puede cambiarlo. Se da cuenta de que su manera de ser, posesiva y autoritaria, imponiendo reglas y precauciones, tiende a engendrar miedo en el niño, a destruir su confianza natural en sí mismo, angustiándolo a su vez. Por otra parte, este estado de tensión cerebral, causa de la angustia, compromete y descontrola su sistema nervioso, especialmente el simpático, provocando trastornos orgánicos importantes: insomnio, dolores de cabeza, cansancio, imposibilidad de trabajar “.
En ese estado, le aconsejan emprender un tratamiento Vittoz. Para recuperar el equilibrio roto, será necesario que ella reeduque su control cerebral le explica la terapeuta.
Pero cómo?
Vagabundeo cerebral
Primero, se trata de lograr que esta madre angustiada tome consciencia de que es una idea – la idea de la posible muerte del niño – la causante de sus trastornos, tanto físicos como psíquicos; que el estado de tensión cerebral creado por esta idea ha perturbado su sistema nervioso, y que su equilibrio se habría mantenido si ella hubiera podido – o sabido – apartar esta idea patógena.
Con demasiada frecuencia nuestras ideas se asocian de manera independiente de la voluntad, y son la causa de estados de “no presencia”, de angustia, formando lo que Vittoz llama el “vagabundeo cerebral”, cuyo poder conocemos bien, en contraste con nuestra propia impotencia, cuando por ejemplo, queremos reflexionar, leer o meditar y las ideas atraviesan nuestra mente sin cesar.
Entonces, es necesario enseñar al cerebro a controlar sus asociaciones de ideas, a fin de poder rehusar aquellas que, imponiéndosele con un carácter obsesivo, se volverían patógenas. Éste aprenderá así a no “vagabundear, a no deslizarse mecánicamente en las asociaciones de ideas, si no lo estima necesario.
Este aprendizaje – “amaestramiento” lo llama Vittoz – se lleva a cabo mediante ejercicios que requieren tiempo y buena voluntad. Se trata simplemente de hacer el ejercicio y tenerle confianza. Este actúa por sí mismo, y tiene éxito allí donde el razonamiento fracasa !
La terapeuta indica entonces a la señora B. dos ejercicios basados en el principio de la concentración, antídoto del vagabundeo cerebral y la distracción.
El ejercicio de sensaciones
Se comienza con el ejercicio de relajación psico-sensorial, que se desarrolla en tres tiempos.
En el primero, se invita a la persona, que está tendida sobre un diván o sentada en un sillón, a tomar consciencia de su cuerpo, mediante la sensación. Comienza con las sensaciones profundas de su propio cuerpo, que le permiten sentir y localizar sus diferentes partes: la cabeza, los brazos, las piernas… Luego, las sensaciones que vienen del exterior: los ruidos, los colores, la textura de una tela, los olores, la frescura del aire que inhala. El conjunto de estas sensaciones, internas y externas, nos da la consciencia del yo corporal y, por consiguiente, permite afirmarlo en su realidad material (cosa muy importante para quienes dudan de sí mismos).
En un segundo tiempo, se pide al paciente que se relaje, que se suelte, haciendo desaparecer el estado de contracción muscular. A este puede suceder entonces la sensación de pesadez de los miembros, y luego del cuerpo entero. Si conoce algún método de relajación puede emplearlo con toda libertad. Este descanso del sistema nervioso periférico logrado con la relajación muscular, facilita la etapa siguiente del ejercicio: la toma de consciencia de las sensaciones.
Se le sugiere ahora al paciente que tome la decisión de “no pensar” ( es decir, dejar de asociar ideas ), al proponerle que permita a su cerebro percibir libremente las sensaciones: para hacer más fácil y eficaz el ejercicio, se le propone que acoja la sensación de su pie, de su tobillo, de su pantorrilla, y así sucesivamente para todas las partes del cuerpo, del lado derecho y luego del lado izquierdo, diciéndole: Sienta la planta del pie, la pantorrilla…, la palma de la mano, la muñeca… ” Para facilitar más aún esta toma de consciencia de la sensación, se le puede aconsejar al comienzo que imagine que se frota la parte del cuerpo en cuestión, incluso realizándolo físicamente un par de veces. La sensación del cuerpo polariza así toda la atención del cerebro y preserva el campo de la consciencia de las intrusiones asociativas. De esta manera, se establece el condicionamiento de la detención de las asociaciones de ideas: es el control cerebral en acción.
El ejercicio del péndulo
Se ejercita ahora la concentración sobre una imagen mental. En el primer ejercicio se trataba de percibir una sensación táctil. Aquí es un conjunto de sensaciones visuales el que entra en juego. Se le propone a la persona que imagine un antiguo reloj de péndulo. La sensación visual es ahora compleja, formada por varios elementos: El péndulo se presenta solo, nítido, con dos partes, el eje y el disco; con dos colores, gris y amarillo; animado de un movimiento oscilatorio, lento y regular. Aquí de nuevo el cerebro no asocia, sino que percibe esta imagen del péndulo en su conjunto, y eso es todo.
En el caso de la señora B., la doctora Bruston relata que estos dos ejercicios, practicados diariamente, le devolvieron la calma y suprimieron su angustia al darle la posibilidad de rehusar un pensamiento patógeno, y apartarlo. Pero la curación no está terminada. Falta aún la práctica de ejercicios complementarios, en particular aquellos llamados de “eliminación”, descritos más adelante, antes de que ella pueda experimentar una verdadera liberación.
Un baño de sensaciones
Cómo actúan estos ejercicios sobre la dinámica cerebral?
En ambos, el cerebro aprende a estar atento solamente a la sensación que recibe sucesivamente de las diferentes partes del cuerpo. Cuando ha decidido mantenerse en silencio, el cerebro envía el influjo nervioso a la planta del pie, percibe la sensación, pasa enseguida al tobillo, luego a la pantorrilla, percibiendo cada vez la sensación habitual. Se va así de un punto al otro, y se comprende cuán indispensable es proceder sucesivamente, sin saltar un solo punto, para facilitar y sostener la atención. Con un poco de entrenamiento, el sujeto experimenta un verdadero baño de sensaciones, en el que se zambulle plenamente, sin asociar otras ideas. Si se le pregunta después en qué ha pensado, a menudo responderá: ” En nada ! ” Su cerebro no ha pensado, no ha emitido, le ha bastado tomar consciencia de un estado de equilibrio y de armonía.
La práctica de este ejercicio le enseña al cerebro a aquietarse cuando se lo pedimos. Al acoger las sensaciones, al mismo tiempo que rehúsa las asociaciones, crea un condicionamiento nuevo sensación-silencio”, que se instala gracias a la repetición cotidiana del ejercicio y permite que actúe el control.
Sin embargo, este ejercicio no tiene como objetivo vaciar la mente gracias a la detención del pensamiento. No es esto lo que se busca. Aunque se pueda llegar a ello por un momento, el vagabundeo puede recomenzar al instante siguiente.
Durante el ejercicio se forman ideas, según las sensaciones recibidas por los órganos de los sentidos, siempre receptivos. Pero debido a nuestra decisión de rehusarlas, las ideas son sólo nubes que atraviesan el cielo de nuestra consciencia, sin disolverse en lluvia que lo inunda todo. Así como restablecemos automáticamente el equilibrio de nuestro cuerpo al estar a punto de caernos, aprendemos a mantener el equilibrio psíquico mediante este gesto interior. Este condicionamiento puede entonces integrarse a la vida cotidiana. Se vuelve un reflejo condicionado; se ejerce el control y se mantiene el equilibrio. Según Vittoz: “El cerebro bien entrenado ejecuta este acto casi sin el asentimiento del paciente; gracias a la simple consciencia de que se va a caer, se recupera sin esfuerzo consciente”.
El silencio del cerebro, sobre todo si es ejercitado cotidianamente, aporta un descanso regenerador del sistema nervioso, central y simpático, a menudo agobiado por la fatiga, el ruido, las preocupaciones, el miedo, los shocks afectivos. Desaparecen así el enervamiento, el surmenage nervioso, los estados de tensión. Y el apaciguamiento del sistema nervioso trae consigo una normalización de la sensibilidad, que se halla siempre exacerbada durante los períodos de enervamiento. Con mucha frecuencia, se oye decir después de sólo algunos días de tratamiento: “Yo no habría reaccionado de esta manera hace unos pocos días”. La impulsividad, la susceptibilidad y la hiper emotividad desaparecen poco a poco y las reacciones se ajustan mejor a los estímulos. Nuestra manera de “sentir” a los demás y de ser “sentidos” por ellos, se vuelve más adecuada, más correcta.
El descontrol de los actos
El estado de descontrol no se limita a los pensamientos. Puede extenderse a las sensaciones, a los actos. Hay un vagabundeo de los actos, así como existe el de los pensamientos: por ejemplo, comenzamos un trabajo, pero nos viene la idea de otro pendiente, seguimos esta nueva idea, abandonando nuestro primer trabajo; después volvemos a él, para partir de nuevo a otra parte… Vamos de un acto a otro, con una sensación de tareas inacabadas, siempre preocupados de no olvidar nada… 0 bien, actuamos pensando en otra cosa totalmente distinta, por automatismo o por hábito, sin tomar conciencia del acto, sin “sentirlo”, como diría Vittoz.
Si estoy apurado y el pensamiento de no atrasarme para una cena ocupa toda mi mente, al volver a casa dejo mis llaves en cualquier lugar, sin poner atención, y al salir de casa surge siempre la misma pregunta: “Dónde dejé mis llaves, mis anteojos…’ Pregunta que nos da la deprimente sensación de vivir fuera de nosotros mismos, en dos planos. Nuestro cuerpo actúa, pero nuestra mente está en otra parte, no registra nada, no sabe lo que hacemos, vagabundea…
De los actos, el descontrol puede extenderse a las sensaciones. Cuando camino por la calle, perdido en mis pensamientos, puedo cruzarme con un conocido sin saludarlo, porque no lo “veo”, así como puedo no “escuchar” la bocina de un auto y ser atropellado por él.
Es el estado de “no-presencia. Como dice Vittoz: “Las imágenes impactan la retina sin penetrar en el cerebro; psíquicamente, el enfermo mira sin ver, escucha sin oír. En cuanto al tacto, la sensación percibida por la mano parece correcta, pero no alcanza a llegar al cerebro porque ya está borrada, ya que el cerebro no está suficientemente consciente de lo que toca, de lo que hace…”
Cuando el sujeto se da cuenta de este estado, pierde confianza en sí mismo; se siente inepto para cualquier trabajo serio. Todo le da miedo, exagera todo. El menor cambio en sus hábitos, la más, mínima cosa por emprender puede causarle una crisis de angustia, simplemente porque se siente inferior a la tarea que se propone… El estado de ansiedad continua es la consecuencia forzosa de esto. La persona pasa su vida previendo desgracias. Y de la ansiedad a la angustia no hay más que un paso, que se franquea rápido. Es el síntoma más violento del sentimiento de descontrol, que puede llevar al enfermo a todos los extremos y que parece a menudo inexplicable.
Este descontrol causa un estado de fatiga, ya que el trabajo del cerebro es constante, sin reposo ni respiro. Esta fatiga, por lo general, es más intensa en la mañana que en la noche. Este vagabundeo cerebral por falta de estabilidad en las ideas, esta multitud de ideas que se precipitan en el cerebro del enfermo, sin pausa ni de día ni de noche, lo obsesionan, lo angustian, lo cansan enormemente.
El vagabundeo cerebral crea un estado de ensueño; el enfermo vive poco en el presente; su pensamiento se proyecta sea al pasado, sea al porvenir. De ahí resulta una imposibilidad de “presencia” frente a los demás, que es a menudo el punto de partida de dificultades importantes en sus relaciones.
Actos Conscientes
El remedio para el descontrol de los actos pasa, según Vittoz, por la práctica de los actos conscientes, que describe así: “El paciente debe estar absolutamente presente en lo que está haciendo durante el acto consciente; esta consciencia exacta debe impedir toda distracción. Durante el acto consciente, el cerebro debe estar únicamente receptivo; su función consiste en registrar de manera precisa el acto que se ejecuta; el cerebro debe sentir el acto y no pensarlo…
La vista se vuelve consciente si uno deja penetrar simplemente en el ojo las vibraciones del objeto que se mira. Es necesario tener la impresión de que uno absorbe el objeto sin esfuerzo, sin fijación intempestiva. No es una búsqueda de detalles; la consciencia debe dar un efecto de conjunto que se vuelve muy neto con un poco de costumbre.
Para el oído, las mismas observaciones: hay que dejarse también penetrar por el sonido que se escucha. Hay que aprender a abrir los oídos sin atención forzada. Se puede por un instante seguir el tic-tac de un reloj, el ruido de un tranvía en marcha.
El paciente puede realizar los actos conscientes que desee a lo largo del día. Desde “sentir” el agua al lavarse, hasta ver” la expresión de quienes lo rodean. Pero el vagabundeo cerebral está tan bien instalado que la persona frecuentemente “olvida”, y es necesario tomar la precaución de proponerle algunos actos conscientes específicos, pidiéndole que los incluya en su programa de actividades cotidianas. Así podrá seguir la propuesta de Vittoz: “Los actos conscientes deben llegar a ser naturales, a ser parte de ustedes mismos. Hagan durante meses y meses actos conscientes, y por esta vía lleguen a la libertad de la voluntad, es decir a ser independientes de cualquier situación”.
El caminar consciente
Como lo indica Vittoz, consiste en caminar sintiendo primero el pie derecho, luego el pie izquierdo, apoyándose sobre el suelo, recibiendo la sensación del suelo, sintiendo las piernas, luego el cuerpo entero, acompañado de un movimiento armonioso de los brazos. Así, una sensación extraordinaria de calma y equilibrio se propaga por todo el cuerpo; uno está absolutamente presente. Y esta sensación se desvanece apenas uno empieza a asociar o divagar.
Cuando un paciente, durante una cura, experimenta movimientos emocionales, algunos minutos de marcha consciente le permiten recuperar su calma: la sensación ha restablecido el equilibrio. Es una manera de caminar que tiene el poder de “descansar, justamente porque pone en reposo el cerebro. Después de correr todo el día con la idea fija de no perder tiempo, de alcanzar el próximo bus, y quedar agotado por la consecuente tensión nerviosa, basta dar 2 o 3 vueltas en una habitación al volver del trabajo, o subir escaleras “en consciencia”, para sentir cómo desaparece el cansancio.
Vittoz recomienda no olvidar que la vista y el oído deben participar en esta caminata. El tacto, la vista y el oído aportan así un conjunto de sensaciones que ocupan el campo de nuestra consciencia, equilibran nuestro pensamiento y nos descansan.
El caminar consciente puede practicarse cuando uno quiera. Pero, para no olvidarlo durante el período de reeducación, es cauto ubicarlo siempre en el mismo momento de la jornada. Puede ser durante un trecho de camino que hacemos cada día, para ir al metro, por ejemplo, o una escalera que tengamos que subir o bajar.
La lectura en voz alta
Esta forma de leer nos aporta la misma sensación de presencia, de estar ahí, de ser uno mismo”. La experiencia muestra que no podemos leer en voz alta pensando en otra cosa, “estando en otra parte”. Al leer sólo visualmente, nuestro pensamiento puede vagabundear, una idea asociarse con otra, y tenemos que volver atrás para retomar el hilo. Durante la lectura en voz alta, por el contrario, nos “sentimos leer, sentimos nuestro cuerpo en una cierta posición, con el libro en las manos, escuchamos nuestra propia voz. La lectura es entonces verdaderamente un acto consciente.
Los grafismos
Se trata de un simple ejercicio de concentración sobre figuras.
Consiste en hacer, en la imaginación, con ayuda de una tiza blanca sobre un pizarrón negro, los dibujos propuestos, que van aumentando en complejidad.
Como ejemplo, un número ocho, o mejor, el símbolo del infinito, un triángulo, tres cuadrados concéntricos, la estrella de David, el dígito uno… Toda la atención del sujeto debe estar concentrada sobre estos dibujos. Primero hay que hacer el dibujo, luego mirarlo durante algunos segundos, y finalmente borrar todo sin pensar en otra cosa ! El ejercicio de los grafismos le enseña al cerebro a estar presente el tiempo que sea necesario, y prolonga así la concentración fortaleciendo la facultad de atención.
Eliminar para controlar
Después de haber extendido el control cerebral al dominio de las sensaciones y los actos, dándole al sujeto la posibilidad de vivir en el presente, es necesario, dice Vittoz, ir más lejos. Hay que enseñarle cómo hacer desaparecer un pensamiento de su cerebro. Enseñarle a liberarse, a olvidar, a eliminar, porque esa es la condición definitiva y necesaria para la mantención del control y del equilibrio. El paciente siente que su vida ha sido transformada por los ejercicios, que la calma ha sucedido a la tempestad. Pero, y si esta vuelve?
La señora B. se expresaba así en ese momento de su terapia: “Yo sé ahora apartar mis malas ideas… y eso me permite vivir mi vida cotidiana. Pero vuelven a veces como un enjambre de abejas ! Y entonces los ejercicios las alejan. Será necesario practicar los mismos ejercicios durante toda mi vida ?
Sería así, si no fuera porque la psicoterapia Vittoz suministra al paciente los medios para olvidar realmente las ideas patógenas, sin hacerle correr el riesgo de la represión. Así como el cuerpo se libera de sus toxinas, el cerebro también puede aprender a liberarse de las ideas patógenas que lo asedian. Los ejercicios para adquirir y desarrollar esta facultad de eliminar, propuestos por Vittoz, se presentan de manera progresiva:
‘Primeramente, el paciente elige 3 a 5 objetos diferentes que coloca unos al lado de otros sobre una hoja de papel blanco. Después de haberse dado bien cuenta de los objetos que tiene delante de él, elimina uno, poniéndolo a un lado. Y hará bien, en ese momento, en cerrar los ojos y saber si en realidad, mentalmente, ha eliminado el objeto en cuestión: esto es lo principal. Luego hará desaparecer un segundo, y un tercer objeto, y así sucesivamente, hasta que todo los objetos hayan sido sacados. Si la operación ha sido bien hecha, el paciente tendrá mentalmente la visión sólo de una hoja de papel blanco sin ningún objeto”.
En seguida, se trata de escribir mentalmente dos o tres cifras y borrarlas, también mentalmente, de modo que no quede ningún rastro. Apenas el sujeto logra eliminar nítidamente las cifras, pasa a las letras, después a las palabras, y luego a las frases. La palabra debe ser borrada letra por letra, y después entera, así como la frase. Terminado el aprendizaje, se puede aplicar esta técnica a la eliminación de palabras y frases que expresan ideas perturbadoras de las que el sujeto quiere liberarse.
Esta técnica, que no es una simple sugestión, moviliza en nosotros procesos psicológicos importantes.
Al escribir y borrar, se expresa la afirmación de la voluntad de no sufrir pasivamente aquel estado de depresión, de duda, de irritación, y muchos otros que pueden destruirnos. Surge de aquí una dinámica que desarrolla una actitud interior distinta frente a los eventos de la vida.
La eliminación nos permite liberarnos de recuerdos conservados en nuestra memoria. La auto observación a que nos lleva este ejercicio, nos permite desenterrar este recuerdo, hacerlo pasar al campo de la consciencia al escribirlo, y neutralizarlo al borrar, letra por letra, la palabra que lo representa.
La eliminación es también una ayuda importante contra el insomnio, padecimiento frecuente en las neurosis. Frecuentemente nos cuesta dormirnos porque todo lo que ha llenado nuestro día nos asalta y viene a nuestra memoria. Gracias a la eliminación de todo lo que nos ha afectado durante la jornada, al abandonar el film de nuestro día podemos reencontrar la calma y dormimos con facilidad.
La eliminación es el antídoto de la represión. Estamos siempre tentados de sepultar en el fondo de nuestro inconsciente los que nos hiere y traumatiza para defendernos y no sufrir. Pero lo que es reprimido puede volver a la superficie un día, cuando nuestra resistencia haya disminuido. Es necesario eliminar para protegerse contra estas tempestades provenientes de lo más profundo del inconsciente. Y también para no permitir que se instalen en nosotros los condicionamientos que “nos actúan”, cuando reaccionamos como marionetas.
Curaciones
Vittoz relata el caso de una paciente que le fue enviada a causa de sus crisis de angina de pecho nerviosas; había tenido una dilatación aguda del corazón con edema generalizado y cianosis. Su médico diagnosticaba una lesión orgánica, complicada con síntomas nerviosos. Sus crisis eran muy frecuentes, el menor movimiento le provocaba disnea y palpitaciones. Después de practicar los ejercicios recomendados por Vittoz durante quince días, volvió a su casa completamente restablecida.
Como ejemplo del efecto de su método sobre los trastornos del sistema digestivo, Vittoz cita el caso de otra paciente que sufría de acidez y vómitos desde hacía años. Al agravarse, había optado por hacerse operar ( una gastroenterostomía ) pero sin obtener mayor alivio, ya que los dolores y las náuseas persistieron, impidiéndole prácticamente alimentarse. En ese estado comenzó su tratamiento, sin medicamentos ni régimen especial, gracias al cual sus síntomas disminuyeron y terminaron por desaparecer.
Una psicoterapia holístíca
El método Vittoz es una psicoterapia que se dirige al ser humano entero, como unidad cuerpo-mente. Es una reeducación psico-sensorial del control cerebral, habitualmente insuficiente o inestable en las neurosis y enfermedades psicosomáticas. Es una psicoterapia de síntesis y reconstrucción.
Su carácter psico-sensorial es primordial, ya que otorga un rol esencial al cuerpo y a las sensaciones. La toma de consciencia se hace por intermedio de las sensaciones:
Por las sensaciones profundas, internas, el paciente toma consciencia de su cabeza, de sus brazos, de sus glúteos instalados confortablemente en el sillón, de su pecho y de su respiración tranquila; “recibe” su cuerpo, en cada una de sus partes, como en su totalidad. Se sitúa en el espacio y el tiempo.
Por las sensaciones externas, de los órganos de los sentidos, toma consciencia de la relación que se establece entre el mundo y sí mismo: ve, toca, siente, escucha, entra así en relación con los demás, se abre a ellos.
La sensación le da la conciencia de “ser”, se da cuenta de que está “presente” en el mundo, se “siente” vivir. La sensación hace abrirse al cuerpo, como el sol a la flor.
Además, la sensación no sólo da la consciencia del cuerpo, sino que permite a éste desempeñar su rol en el equilibrio de la persona. Como decía Vittoz: “La receptividad equilibra la emisividad, la sensación equilibra el pensamiento “.
Cuando un pensamiento patógeno crea angustia, la sensación logra dominarla, trayendo la calma y permitiendo que se ejerza el control, que se pueda juzgar y apreciar de una manera correcta. Debe haber una relación de equilibrio entre el cuerpo y la mente; el cuerpo, mediante la sensación, ayuda a la mente a permanecer en esta relación; esto es fundamental, porque como muestra la experiencia, el desequilibrio de esta relación, al paralizar el control, trae consigo la enfermedad.
Al describir los estados de descontrol que caracterizan a las neurosis, Vittoz subraya los trastornos físicos, sensoriales o somáticos causados por el pensamiento descontrolado. En este todo cuerpo-mente, que no se puede disociar, el dolor y los trastornos funcionales aparecen como el lenguaje del cuerpo, pidiendo auxilio, y traduciendo a su manera las primeras perturbaciones del psiquismo.
Vibraciones cerebrales ?
Vittoz buscó una manera simple de verificar el estado del funcionamiento cerebral de sus pacientes. Y relata: “Mis experiencias personales me demostraron, contrariamente a las opiniones recibidas, que la mano, con un cierto entrenamiento, colocada simplemente sobre la frente, podía dar indicaciones suficientemente precisas sobre el trabajo cerebral.
Creía Vittoz que era muy probable que todo nuestro cuerpo vibrara al unísono de nuestro cerebro, y que esta vibración era especialmente perceptible en la región de la frente. La naturaleza y detección de estas vibraciones con los medios de la neurociencia contemporánea es aún un problema abierto. Los practicantes vitozzianos aprenden, por su lado, a escuchar y a comprender el lenguaje del cuerpo, familiarizándose con estas vibraciones. Algunos de ellos, psicoanalistas y técnicos experimentados, han tratado de precisar la naturaleza de estas ondas, pero las investigaciones continúan.
Controlar o dejarse fluir ?
Más de algún lector de Vittoz, adepto a la Nueva Era, puede haber sentido erizarse sus cabellos al oír hablar de “control, reeducación”, “amaestramiento”, términos tan contrapuestos a la espontaneidad del zen o el fluir del Tao, entre otros. Sin embargo, la práctica de su método revela progresivamente que las palabras escogidas por Vittoz recubren otras realidades que aquellas que primero imaginamos. Y que su “reeducación funcional” apunta justamente al desarrollo de la atención, la presencia en el aquí y el ahora, la concentración en los actos cotidianos, la apertura a la sensación del cuerpo, todos ellos elementos fundamentales en la práctica del zen y otros caminos, budistas o no. De hecho, su intuición y agudo sentido de observación, aplicados a los padecimientos de sus enfermos nerviosos, lo llevaron a redescubrir ejercicios y técnicas análogas a las utilizadas en diversas tradiciones orientales, cada vez más relevantes para el hombre “normal de nuestra sociedad.
Este médico suizo del siglo pasado aparece así hoy día como un genial pionero de las terapias alternativas y. holísticas de la Nueva Era, cuya profunda, comprensión de la relación mente-cuerpo contrasta con la actitud analítica y reduccionista de muchos médicos contemporáneos.
libro:
Dr. Roger Vittoz, Christian H. Godefroy|IAB|2001|pdf| 815 KB
Contents
Preface 3
Introduction 6
CHAPTER 1 - Cerebral Control 8
CHAPTER 2 - Psychoneurosis 17
CHAPTER 3 - Psychological Symptoms 21
CHAPTER 4 - Necessity for re-educating cerebral control 31
CHAPTER 5 - Treatment 42
CHAPTER 6 - Controlling actions 44
CHAPTER 7 - Controlling thoughts 51
CHAPTER 8 - Concentration 56
CHAPTER 9 - Elimination, de-concentration 69
CHAPTER 10 - Willpower 73
CHAPTER 11 - Psychological treatment 86
CHAPTER 12 - Insomnia 103
CHAPTER 13 - Treatment summary 108
Conclusion 142
Table of Contents 143
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http://www.4shared.com/get/_xIO0CCm/Roger_Vittoz_-__How_To_Control.html
Iron-Velay.- Pratique de la méthode Vittoz.- Editions du Levain, Paris, 1971.
R. Bruston.- De la méthode du docteur Vittoz a la psychologie des profondeurs.-
Epi, Paris, 1975.
T. Deshimaru, P. Chauchard.- Zen et Cerveau.- Le Courrier du Livre.- Paris, 1976.
R. Vittoz.- Traitement des psychonévroses par Controle Cérébral.- Baillière
Paris. 1911 (11 édition: 1981)
R.Vittoz.- Notes et Pensées.- Editions du Levain, Paris, 1955.
P. Chauchard.- La Maîtrise de Soi.- Dessart
Por Jorge Soto Andrade